"Hacer un libro no es ponerse a redactar. Saldría un texto frío, inútil o vacío. Si no sientes en las tripas el libro y lo enfrías en la cabeza, no sale". Maruja Torres (Barcelona, 1943) presentó ayer su novela Hombres de lluvia (Editorial Planeta) en Ambito cultural de El Corte Inglés de Zaragoza. Y recordó cómo en 1979 ante unos grandes almacenes, en esta ciudad, pasó un mes vendiendo ajos y pernoctando en la Quinta Julieta para experimentar la indiferencia y expresarla en unos reportajes de Cambio 16 .

Esta última novela recrea de forma diacrónica el Beirut que conoció ella misma a los 23 años como corresponsal de guerra, "una ciudad perfecta para el desarraigo y para el misterio", explica. Y elige una voz masculina y juvenil de quien llega ingenuo a la ciudad y termina cinco años más tarde, lleno de amigos y recuerdos, descubriendo la conjura y sus autores. Maruja Torres recoge por un lado la cadencia oriental de las charlas de café y por otro el relato periodístico de una tierra que fue asolada por la guerra y los intereses internacionales.

La escribió en poco más de tres años: Me costó encontrar la voz narrativa, porque es una novela coral y no sabía quién tenía que contarla. Y un día ví que alguien a quien había amado muchísimo se había muerto en un hotel cercano a donde vivía. Empecé a contar su agonía en el hotel y encontré la voz narrativa" Más tarde vendría el trabajo de "descomplicar" los problemas y vacíos que surgen a quien escribe.

Beirut, la capital del dolor, que simboliza la fragilidad de nuestro tiempo, viene a ser la verdadera protagonista de esta historia de amor en los tiempos de incertidumbre, llena de aristas que se entrecruzan hasta convertirse en una sola. Maruja Torres reflexionaba ayer desde el presente: "El problema ahora es que hay dos mundos paralelos: Arriba, los que mandan en Oriente y en Occidente; abajo, la calle. Hay que hacer lo posible por que los lazos de abajo no se rompan".

PESIMISMO SERENO

La escritora barcelonesa, que en un año ha perdido a dos amigos: Terenci Moix y Manuel Vázquez Montalbán, admitió ayer que Hombres de lluvia "es un libro pesimista, pero adquiere una madurez muy serena: saber que la vida es un fracaso, porque termina en la muerte, pero detrás puedes haber dejado algo de dignidad". El protagonista de Hombres de lluvia aprende en una ciudad como Beirut (ahora en cualquier sitio) donde el peligro acecha y no hay dónde esconderse, que "hay que vivir al día".

Maruja Torres señaló que ahora ha sentido esa misma sensación en Madrid, donde tras el atentado del 11 de marzo "hemos perdido no la inocencia, sino la inconsciencia", aunque indicó que "somos humanos y podemos con esto".

Ella había ganado el Planeta en el año 2000 con Mientras vivimos en la que tres mujeres luchan no por conseguir unos derechos, sino por ser dignas de esos derechos. "La honestidad, no mentirse, hacer un trabajo decente y tener cosas dentro para no caer en la mediocridad. Aunque hay gente que ha vuelto a la caverna, nuestra obligación es vivir y crear. Cada generación ha tenido lo suyo. Esta época es especialmente oscura".

Y lo es, dijo, porque "es fácil matar": "Una forma asquerosa de hacer la guerra es atacar a los civiles" y no sólo desde un tren de cercanías madrileño o en el ataque norteamericano sobre Faluya, sino en el fenómeno de las mujeres maltratadas. En cualquier caso, Maruja Torres se mostró esperanzada con el cambio político actual que vive España, criticó a Aznar y "el esperpento de El Escorial" y aseguró que "por lo menos no se hará el trasvase del Ebro".