Mónica Carrillo presentó y firmó su libro 'El tiempo todo locura' el martes en el Corte Inglés.

-De Twitter a ver sus microcuentos publicados por Planeta, ¿cómo es ese paso?

-Ha sido un homenaje a aquellos lectores que me animaron de manera tímida al principio cuando lancé estos microcuentos sin voluntad de continuación ni nada. Ahora, cuatro años después de dos novelas, ha seguido la rueda, he seguido lanzándolos a pesar de las novelas. Por lo que ahora era un buen momento de hacer balance de todo lo que me ha pasado estos años y de hacer un homenaje a los lectores y a mí misma que me apetecía verlos en papel. Me ha gustado mucho.

-¿De verdad que nunca pensó en que pudieran ser publicados?

-Es que nunca pensé que fuese a funcionar tanto ni siquiera que yo fuera a tener esta continuidad escribiendo. Empecé con nocturnidad y alevosía una noche de Halloween y a partir de ahí fui lanzando más pero sin periodicidad fija, cuando me pedía el cuerpo, cuando algo me había llamado la atención. Y todo lo hago en el momento, lo preparo y lo lanzo. Es todo muy inmediato, me gusta mucho la idea de que es en tiempo real y es otra manera de descubrir la ficción porque la novela tiene un recorrido en la que la trama pueda ir creciendo pero aquí lo lanzas y ya está.

-Acaba de decir que surgen de la observación pero tienen un toque sentimental muy fuerte, ¿son dos cualidades suyas unidas?

-En mi caso van de la mano. Observar es fundamental porque obviamente los microcuentos son ficción y no lo sacas todo de ti mismo. Tienes que ir fijándote y es un ejercicio de empatía, de ponerte en situación y a partir de ahí, dibujar escenas que conmuevan al lector. Los microcuentos has de hacerlos en muy poco espacio y ese es el reto. Y a mí me gusta Twitter porque es muy exigente en ese sentido, tienes que decir mucho en muy poco espacio y que un par de frases se te queden en la cabeza, te acompañen durante todo el día, te pellizquen en la cabeza… Y me gusta que puedan pellizcar al lector de distinta manera porque al ser tan emocionales depende del momento vital que atraviesa.

-¿Escribir en 140 caracteres todo eso se entrena?

-Hay que recortar mucho. Yo me propuse ser muy rigurosa con el lenguaje porque es un ejercicio de amor al propio lenguaje. No solo importa el fondo, también la forma y de ahí que me guste esta edición. Es una cuestión muy sensorial. Y en los tuits aunque no aparezcan el tacto y el olfato no quería que hubiese abreviaturas y eso me ha llevado a tener más de un quebradero de cabeza porque no me cabía lo que quería decir en 140 caracteres pero eso está bien porque te exige trabajar otros recursos.

-Hay alrededor de 210 microcuentos en este volumen pero ¿se acuerda de todos los que ha escrito?

-Había algunos que no los había vuelto a leer, otros sí porque estaban en las novelas o habían tenido más repercusión y me los sé de memoria pero había otros que los he redescubierto y es muy interesante sorprenderte a ti mismo. Y sobre todo lo que más me ha costado es el descarte. Hice una primera selección de 300, 100 para Tiempo, 100 para Todo y 100 para Locura y fui dándole forma porque el orden también está minuciosamente seleccionado. Hasta el día previo a la impresión todavía estaba incluyendo microcuentos.

-¿Podría recitarme de memoria el primero que escribió?

-Ay, ¿te puedes creer que creo que no está? Era un juego de palabras de ‘él le tiró los trastos, ella le dio calabazas’, era un juego de palabras. Antes, mis microcuentos eran más dialogados. Ha sido muy curioso ver mi evolución que tampoco sé a qué responde pero había más dialogados al principio, luego ha habido temporadas que eran más aforismos, poemas…

-Puede que responda a un estado vital...

-No te creas… ¡No llevo cuatro años llorando por las noches! (Risas). Aunque igual que al lector le cambia la recepción en momentos vitales distintos, uno tampoco escribe igual en cualquier momento, no es como una novela que has estado un año escribiendo, esto es más instantáneo.

-¿Tenía claro desde el principio el título y la estructura?

-Sí, ese microcuento es especial. En la sección Tiempo quería recopilar los que hablan del paso del tiempo, los recuerdos, el porvenir, la vida. En Locura, se habla de más desgarro y pasión y amor y desamor y el Todo me permitía que cupiera todo lo demás pero, al final, me di cuenta que había muchos que incluían la palabra todo y de eso no era consciente.

-¿Ser un rostro conocido ayuda?

-Indudablemente hay un factor con el que contamos los que ya somos rostros conocidos que es que te conocen y sienten curiosidad. A mí me ayudó en un primer momento a que se acercaran y luego ha funcionado muy bien el boca a boca. Hay un público muy joven con las redes sociales pero hay también un público cada vez más heterogéneo, familias, hombres… me llevo muchas sorpresas. Las redes han compartido mucho, el boca a boca es un gran altavoz, fragmentos de mis obras han ido saltando incluso de whatsapp a whatsapp y eso para mí es un motivo de orgullo.

-¿Le ha sorprendido algo de la gente?

-Antes se acercaban por lo que yo hago y ahora me dicen lo que les hago sentir y para mí es mucho más gratificante. En las noticias transmito rigor, credibilidad y cercanía, ahora el factor emocional crea un vínculo muy especial y muy fiel.