Se hizo famoso en todo el mundo cuando, en 2017, ganó el festival de Eurovisión con Amar pelos dois, en un momento en el que además su salud estaba muy delicada y tuvo a todos sus seguidores en un vilo. Ahora, el luso Salvador Sobral, tras haber puesto en su sitio al concurso que le dio a conocer al gran público -«el festival fue mi prostitución. Mi opinión de Eurovisión es que no se trata realmente de música, Se trata de un show, un espectáculo para que la gente disfrute de toda la nueva tecnología y de los nuevos sonidos de las cosas», llegó a decir en una entrevista- presenta las canciones de su primer disco de estudio tras el trasplante de corazón que le salvó la vida, titulado París, Lisboa. Canciones que mañana viernes, a las 21.00 horas, llegan a la sala Multiusos del Auditorio en una nueva cita con el Festival de Jazz de Zaragoza.

Si hay algo que caracteriza a Salvador Sobral (Lisboa, 1989) es su alergia a la estrellitis. Gusta ir por la calle sin que le reconozcan y mantiene las relaciones con sus amigos de siempre, como sus compañeros en el grupo Noko Woi, del que fue vocalista, y a los que conoció durante los años que estuvo en el Taller de Músic de Barcelona, ciudad en la que está asentada la banda. Amante casi obsesivo de las lenguas -en el disco canta en portugués, castellano, inglés y francés «y ahora estoy aprendiendo sueco», contaba en El Periódico de Cataluña-, Sobral, a pesar de las críticas a Eurovisión, no reniega del todo de aquello, pues entiende que «es ahora cuando estoy disfrutando de todo lo que me trajo el festival», y que, entre otras cosas, es poder llevar su música por medio mundo.

Una música en la que el jazz se mezcla con la bossa nova, el fado, la chanson francesa, el pop e incluso algún rap, para alimentar un estilo muy personal en el que, ojo, la melancolía de la canción portuguesa se mezcla en directo con el humor, pues otra de las cosas que definen a Salvador Sobral es su espíritu de showman, con intervenciones muy divertidas a lo largo de su espectáculo, algo que para quien no lo haya visto en directo puede resultarles extraño.

Pero es precisamente su naturalidad y su personalísima forma de interpretar la música y de moverse en el escenario lo que consigue atrapar a un público que se encontrará con un músico enorme que nada tiene que ver con los estereotipos de las estrellas o menos estrellas que pasan por concursos televisivos o festivales internacionales como el que él, ahí queda eso, ganó.

El título de París, Lisboa, además de las ciudades entre las que se gestó el disco, es también un homenaje, al igual que la portada del álbum, al clásico de Wim Wender París, Texas. Lo defenderá hoy con un cuarteto de jazz «de los de siempre, con mucha improvisación, comunicación y espontaneidad», que es como él concibe el enfrentarse al público, sin artificios, asumiendo riesgos y mostrando sin red todo su talento. Para comprobarlo, lo mejor es una visita este viernes a la sala Multiusos.