(Sangre), sudor y lágrimas , el taller de teatro que ha dirigido el polifacético artista belga Jan Fabre y coordinado por el Centro Dramático de Aragón, concluyó ayer con una actuación a cargo de los alumnos. En ropa interior y sin tapujos, los actores pusieron en escena todo lo aprendido durante estos días, en un impactante espectáculo cargado de simbolismo y en el que predominaron el llanto y el sudor. "La obra es una especie de resumen de estas semanas, de la investigación corporal que hemos realizado", declaró Ingrid Magriñá, una de las participantes del curso.

Durante el taller, se han analizado el sudor y las lágrimas en el cuerpo humano, buscando el lenguaje y la materialidad del santo y el filósofo, como afirmó Fabre en la presentación del mismo. El director realizó un balance positivo de sus alumnos. "Lo más importante es que hayan descubierto lo que realmente son, lo que hay dentro de ellos", afirmó el prestigioso artista, que cultiva distintos campos como la pintura, escultura o la danza, además de ser un reconocido dramaturgo. Sin embargo, también aseguró que esto es sólo el principio. "Por el momento estamos evolucionando, todavía nos queda mucho que aprender". Y es que los participantes del curso llevarán su espectáculo por varias ciudades europeas como Limoges (Francia), Roma o Lisboa, en una gira que concluirá el 24 de septiembre.

Durante la actuación, los alumnos mostraron todo su poderío en el escenario. Todos en ropa interior, excepto una chica que se encontraba completamente desnuda, escenificaron una especie de fusión entre la expresión corporal, los gritos, el llanto, la danza y mímica. El espectáculo, de difícil comprensión, estuvo cargado en todo momento de símbolos y metáforas que hacían más complicado su entendimiento. De todos modos, los artistas demostraron que estaban altamente cualificados al interpretar un papel de gran dificultad. Además, se mostraron contentos con las clases de Fabre, aunque reconocieron que había sido un trabajo duro. "Ha habido momentos difíciles. Hemos trabajado un lenguaje nuevo que no conocíamos, aunque poco a poco nos hemos acostumbrado", declaró Ingrid Magriñá.

Catalina Pueyo, una zaragozana de 25 años, destacó que la experiencia, aunque dura, había sido muy gratificante. "Lo más complicado han sido los ejercicios físicos. Por ejemplo, hemos tenido que temblar o reír durante una hora, lo que genera un gran cansancio corporal". No obstante, Pueyo reconoció que el trabajo físico lleva a un sentimiento tan grande que permite transmitir al público de una forma muy veraz, sobre todo a la hora de aplicarlo a una actuación hablada.

Por su parte, Vicente Arlandis, otro de los tres participantes españoles, afirmó estar satisfecho con el trabajo realizado. "Hemos aprendido a fundir materiales de distintas disciplinas; teatro, danza, interpretación, lo que nos permite conocer nuevos registros, algo fundamental para un actor".