Hay películas que trascienden la propia expectación que puedan despertar, quizás porque se erigen como piezas fundamentales a la hora de evidenciar los cambios que se están produciendo en la industria cinematográfica desde la irrupción de las plataformas digitales. En ese sentido, Roma, del mexicano Alfonso Cuarón, podría convertirse en la piedra Rosetta del nuevo panorama audiovisual y probablemente también en la clave para entender el poder que Netflix ha adquirido en los últimos tiempos a la hora de remover los cimientos de la distribución y exhibición establecida.

Desde que se estrenó en el pasado Festival de Venecia, ganó el León de Oro y fue ensalzada por la crítica como una de las películas más importantes del cine reciente, se sabía que la polémica estaba servida. ¿Se podría ver Roma en salas comerciales antes de que estuviera disponible en streaming?

Finalmente, sí, pero con muchos matices. En España Netflix llegó a un acuerdo con Espectarama (que pertenece al grupo A Contracorriente) para distribuir la película. Lo hicieron a través de un acuerdo de máxima confidencialidad sobre el que no suelta prenda ninguna de las partes y que entronca con la línea de secretismo que suele caracterizar a la plataforma a la hora de desvelar sus datos o sus estrategias.

Este acuerdo garantizaría que la película pudiera verse en los dos cines que el grupo tiene en Barcelona y los dos que tiene en Madrid. ¿Pero y en el resto de ciudades? En principio se quiso ampliar a tres capitales de provincia más, y solo un cine, el Albéniz de Málaga, aceptó las condiciones.

¿Quiere eso decir que los exhibidores han orquestado un boicot contra Roma? EL PERIÓDICO se ha puesto en contacto con algunos de ellos y han asegurado que nunca se les ofreció proyectar la película. Por lo tanto, la versión del veto quedaría en el aire. La cadena Cinesa ha sido la única que ha expresado su postura, aunque eso no quiere decir que se contara con ellos para exhibir la película. «Reproducimos películas que cumplen con el período de exclusividad en las salas», dicen. Se refieren a los días (en torno a cuatro meses) que tienen que pasar para que una película pueda programarse en televisión. Teniendo en cuenta que Roma estará disponible en Netflix el día 14 de diciembre, esa ventana no se respetaría.

Resulta inevitable pensar que a Netflix le da igual que la película pueda ser disfrutada en pantalla grande. Al fin y al cabo, ellos tienen que reivindicar que su producto se estrene en su propio canal. Y siempre han sido coherentes con su política hasta que llegó Roma. Por ella se han visto obligados a estrenar en cines porque era la única manera de optar a la temporada de premios. Pero lo han hecho a su manera, imponiendo sus reglas y demostrando su poder, haciendo pasar por acontecimiento lo que en realidad era un estreno técnico.

Por último. ¿Se publicarán los datos de taquilla de Roma? ¿O su ocultamiento formará parte del acuerdo con Espectarama? Por el momento, no se sabe los espectadores que la vieron en Estados Unidos, ni en México. Netflix guarda sus números y se blinda para seguir haciéndose más y más fuerte.