Albert Finney, viejo zorro del cine británico, actor camaleónico capaz de sobrevivir a las generaciones y las modas, falleció ayer en su domicilio londinense a los 82 años. La causa de la muerte no ha trascendido aunque él mismo anunció en el 2011 que padecía cáncer de riñón. Actor de raza, capaz de levantar una película con su sola presencia, Finney (Salford, 1936) saltó al cine después de haberse consolidado en la escena teatral (en la Royal Shakespeare, entre otros) y lo hizo por la puerta grande en sintonía con el cine de los jóvenes airados de los 60. En su primera película, en la que Tony Richardson adaptaba la carismática novela de Allan Sillitoe Sábado noche, domingo por la mañana ya se fraguó su papel de antihéroe de la clase obrera, con el que se identificaron los jóvenes del momento descontentos con una sociedad que los abocaba a un trabajo alienante y al alcohol.

Instalado en el estrellato, protagonizó Tom Jones, que le hizo rico y famoso, película en la que cultivó una actitud desafiante y un tanto chulesca que poco tenía que ver con la elegancia de Peter O’Toole o Terence Stamp, compañeros de generación. Tras participar en If de Lindsay Anderson, otro filme rabioso y contestatario, protagonizó a las órdenes de Stanley Donen, Dos en la carretera. En los 90, el thriller Muerte entre las flores de los hermanos Coen le devolvió ya como actor de reparto a la primera línea de la actualidad sin olvidar la mágica Big Fish de Tim Burton en la que interpreta a un viejo pícaro soñador que rememora su juventud.