El aragonés Antonio Artero, un realizador crítico que apostó por un cine independiente y experimental, falleció ayer a los 68 años en Madrid, donde residía desde hace décadas.

Creador raro y utópico, en su larga trayectoria --su primer cortometraje, El sifón sangriento lo firmó en 1955-- sólo dirigió cuatro películas El tesoro del capitán tornado , Yo creo que... , Trágala perro y Cartas desde Huesca , pero fue muy prolífico en cortos, ya que llevó a cabo casi una veintena. Esta baja producción se debió a su forma de hacer cine. "La independencia tiene un precio muy alto, lo pagas y ya está. La vida es así, y más en una industria como ésta", afirmaba Artero, poco antes del rodaje de su último filme, que tuvo lugar en Huesca en julio de 1993. Esta película fue protagonizada por Fernando Fernán Gómez y Myriam y narra "los últimos días de un hombre que luchó en la Columna Durruti, luego estuvo en la resistencia francesa, estuvo en Mathaussen, regresó a París y volvió finalmente a España después de la muerte de Franco". Cartas desde Huesca era un viejo proyecto del realizador que se fue retrasando por "problemas de financiación", una constante para el director. Sin embargo, nunca quiso capitular. "No he entrado en un sistema desgarradoramente comercial", señaló.

EL RECUERDO DE BORAU

El también director aragonés, José Luis Borau, también hizo hincapié ayer, en declaraciones a este diario, en esta idea. "Nunca cambió de una propuesta que no fuera la suya, aunque eso supusiera más difusión". El realizador de Niño nadie conoció a Artero desde la juventud de éste, aunque la relación creció cuando Artero cursaba segundo en la Escuela Oficial de Cine donde Borau fue su profesor. Para éste, el cine de Artero es "radical, puro, inconformista y muy exigente consigo mismo y con el espectador".

El director de Leo explica que "no tuvimos una relación muy intensa pero sí afectiva". Nunca trabajaron juntos y eso que se especuló que éste iba a producir Cartas de Huesca , pero sí coincidieron en festivales, ciclos y homenajes, como el que le ofrecieron a Borau en el Café Gijón, donde asistió Artero; o como el que le brindaron a éste desde la Semana de Cine Experimental de Madrid, que dirigía Borau, donde se publicó --con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza, Yo filmo que... , de Javier Hernández y Pablo Pérez.

Nacido en 1936 en el seno de una familia anarquista, pronto descubrió su pasión, la lectura y el cine. Muy joven, comenzó a trabajar en un banco de botones, aunque pronto dedició ir a Madrid, donde se matriculó en la Escuela Oficial de Cine.

Su obstinación por la crítica al poder franquista, le llevó a firmar, en 1967, el Manifiesto de Sitges , donde pedían un nuevo cine, sin censura y personal. Artero fue uno de los escasos realizadores que se atrevió a materializar las proclamas teóricas que tanto defendió; y lo hizo hasta el final.