Luis Cuenca, popular actor de revista y teatro y uno de los grandes intérpretes de reparto del cine español, falleció ayer por la mañana en una clínica madrileña a los 82 años a consecuencia de una enfermedad pulmonar. Su hijo Víctor, que estaba a su lado cuando le llegó la muerte, explicó que el actor "estuvo lúcido hasta el último momento". El director David Trueba, que en La buena vida brindó a Cuenca el papel por el que después ganaría un premio Goya y que visitó al actor todos los días de su estancia hospitalaria, refirió que sus últimas palabras antes de expirar fueron: "Nos vamos a la mierda".

La capilla ardiente de Luis Cuenca quedó instalada en el tanatorio de la M-30, y hoy sus restos mortales se trasladarán al cementerio de la Almudena, donde serán incinerados a las dos y media de la tarde.

Luis Cuenca García nació en Navalmoral de la Mata (Cáceres) el 6 de diciembre de 1921, en el seno de una familia de actores con compañía propia.

Se subió por primera vez a un escenario a los siete años, y desde entonces hizo casi de todo en teatro, desde interpretar papeles dramáticos a bailar claqué. Pero donde sobresalió fue en la comedia y, sobre todo, en la revista. En aquella época también trabajó en el cine como imprescindible actor de reparto, especialmente de comedia. Entre otros largometrajes, participó en Quiéreme con música (1956), ¿Pena de muerte? (1961), Las travesuras de Morucha (1962), Totó d´Arabia (1964), Las alegres chicas de Colsada (1983) y Perras callejeras (1985).

MEJOR ACTOR DE REPARTO

En 1995, José Luis García Sánchez lo recuperó para el cine con un papel en Suspiros de España (y Portugal) . "Era un tío estupendo y muy divertido, actuando y en los bares también", recordó ayer García Sánchez.

El espaldarazo definitivo llegó al año siguiente, cuando su trabajo en La buena vida (1996) fue reconocido con el Goya al mejor actor de reparto. "Luis era algo así como un adolescente eterno que no se tomó nunca la vida demasiado en serio, ni mucho menos a sí mismo", señaló David Trueba.

En 1997, trabajó a las órdenes de otro joven director, Juanma Bajo Ulloa, en Airbag , y posteriormente intervino en Torrente, el brazo tonto de la ley (1998), dirigida por Santiago Segura, y La hora de los valientes (1998), de Antonio Mercero. En el 2000 volvió a trabajar con David Trueba en su segundo largometraje, Obra maestra , y de nuevo volvió a ser candidato al Goya al mejor actor de reparto en la edición de 2001, aunque esta vez se quedó sin estatuilla.

En televisión participó en series como Farmacia de guardia, Ketty no para, Ellas son así y la miniserie Camino de Santiago . Su último trabajo fue para la serie de televisión Cuéntame cómo pasó . Allí coincidió con Tony Leblanc, que ayer recordaba a Luis Cuenca como "un tipo único y un actor brillante, no sólo por su delgadez, como dicen muchos, sino por su voz, su tono, su forma de hacer y su forma de andar". Y con Pepe Sancho, que recordó que Cuenca fue una de las personas que le incitó a dedicarse a la interpretación, y que aseguró: "Da mucha penita que se vaya la gente", declaró. Además, aseguró que Cuenca consiguió el prestigio en los últimos años gracias a la TV, "pero fue uno de los primeros actores cómicos y más famosos que había". "Antes de la tele, él llenaba los teatros", añadió sobre un hombre que, desde su punto de vista, fue "muy aficionado a las mujeres, muy enamoradizo, y con gran éxito con ese físico peculiar".

Luis Cuenca era viudo y tenía dos hijos.