El escritor y ginecólogo Santiago Lorén Esteban (Belchite, 1918) falleció en la madrugada de ayer jueves en su casa de Zaragoza, a los pocos días de haber sufrido una severa complicación cardiaca. Hasta ese momento gozó de una relativa buena salud, según comentaron ayer sus familiares. El funeral y la inhumación se realizarán a las 12.50 de hoy en el cementerio de Torrero.

La vida de Santiago Lorén ha sido polifacética. Como escritor ganó el Premio Planeta en 1953 con la novela de corte realista, Una casa con goteras, centrada en la zona de Calatayud, donde trabajaba como ginecólogo. Fue un temprano reconocimiento que seguía a lo que había sido su bautismo literario: Cuerpos, almas y todo eso (Janés, 1952), en la que, como en otros muchos de sus escritos, aborda con humor la medicina y la muerte, pero sin reírse nunca del dolor ni del enfermo. Fue guionista y asesor de las series televisivas sobre Santiago Ramón y Cajal y Miguel Servet que dirigió José María Forqué.

UNA VIDA PLENA Como médico, Lorén fue profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Zaragoza, presidió el Colegio de Médicos y director gerente de la Maternidad en el Hospital Provincial. Importante fue igualmente su faceta periodística, como director de la edición aragonesa del diario madrileño Pueblo y como articulista en diferentes medios, entre ellos La Codorniz, Heraldo y EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. Cubrió en exclusiva temas como el incendio de un tren de viajeros en Grisén con numerosas víctimas y el secuestro de un avión en Zaragoza por un iluminado. Su hijo mayor, José Manuel, explicaba ayer a este diario cómo, siendo un adolescente, acompañó a su padre en estos dos casos.

También probó en la política municipal, por el partido de Tierno Galván y estuvo a solo 1.000 votos de conseguir una concejalía. Contaba él mismo que Ramón Sainz de Varanda le desaconsejó afiliarse al PSOE.

De su Belchite natal, donde su padre regentaba una pastelería, Santiago Lorén vino a vivir a Zaragoza cuando tenía 7 años. Desde muy pequeño fue un gran lector gracias a sus tíos y sobre todo a su abuelo materno, Carlos Esteban, que se empeñó en que el muchacho estudiase. Allúe Salvador fue su profesor de Gramática y Literatura y le encaminó hacia las Letras. Santiago Lorén explicaba que se formó leyendo en la biblioteca de la UGT de la calle Estébanes.

En julio de 1936, con 18 años, fue llamado a filas. Ante las mesas de alistamiento, una casualidad determinó que fuera enviado a Sanidad. Él mismo relató su experiencia en el conflicto, con escritos en los que describía el estado de los heridos procedentes del frente de Teruel, la mayor parte con sus extremidades congeladas y con la necesidad de ser amputadas. Al terminar la guerra decidió estudiar Medicina y la terminó con premio extraordinario en Zaragoza.

En sus obras literarias, sobresalen Una casa con goteras (premio Planeta, 1953); La vieja del molino de aceite (premio Ateneo de Sevilla, 1984); Memoria parcial (premio Espejo de España, 1985); y Hospital de guerra (premio Ciudad de Teruel, 1982); además de Cuerpos, almas y todo eso; Siete alcobas, El verdugo cuidadoso, o Mi señor don Fernando. Se ha adentrado, asimismo, en el ensayo (Del electrón a dios, La frigidez como problema), el cuento (Diálogos con mi enfermera, La Rebotica, La muerte vil), el teatro (Un muerto para empezar) o el guión radiofónico (Diálogos con mi asistenta). Actualmente su obra literaria está prácticamente descatalogada.

Casado con la galerista Carmen Berdusán, con la que tuvo cuatro hijos, fue reconocido por el Ayuntamiento de Zaragoza en 1991, con 73 años, con el título de Hijo Adoptivo de la ciudad.