La fantasía controlada de Giovanni Antonini

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Lunes, 29 de marzo

ASISTENCIA: Lleno

Giovanni Antonini y su Giardino Armonico (obsérvese la coincidencia de iniciales) lideran la última revolución en la interpretación barroca en Italia, junto con sus rivales de Europa Galante, que estuvieron casualmente hace dos semanas en la Temporada de la Sociedad Filarmónica. Su receta es simple, pero no fácil de aplicar: hay que entender el estilo y conocer formas y gestos a la perfección; luego, se deja volar la imaginación. El resultado es libre y coherente a la vez. No se trata de un historicismo literalista ni tampoco de una reinvención del pasado sin criterio. Tras las lecturas vitales del Giardino hay una fantasía cuidadosamente dirigida en busca de la autenticidad.

Antonini y sus músicos estuvieron en Zaragoza hace ya casi ocho años. Ayer regresaban con el interés añadido de su colaboración con la estupenda Viktoria Mullova, una violinista de quitarse el sombrero. Su programa se centraba en el Dieciocho italiano, con Vivaldi, Sammartini y una obra del período itálico de Händel. Antonini es de una gestualidad casi extravagante, pero logra resultados admirables en cuanto a nervio, vigor rítmico, interés del fraseo y variedad dinámica. Su tarea directorial se complementó con su labor de solista, a la flauta de pico, en un concierto de Sammartini: parece mentira lo que se puede llegar a sacar de un instrumento así.

La Mullova protagonizó un concierto de Vivaldi en cada parte, demostrando una asimilación completa del lenguaje y soltura técnica por encima de todo, en particular en el brillante y vibrante Grosso Mogul de Vivaldi. Musicalmente hablando, el repertorio tenía un cierto grado de predicibilidad. Con todo, hubo momentos sorprendentes, como el contrapunto denso y riguroso del segundo tiempo del Concerto grosso de Sammartini o el brillo del más popular Concierto para cuatro violines de Vivaldi, con Viktoria Mullova encabezando un ejemplar cuarteto de solistas.