La autobiografía, incluso cuando más pretendidamente descarnada, puede ser engañosa. El autor puede mostrar solo las debilidades que le apetecen, o incluso señalar algunas que no lo son: ese típico "mi defecto principal es el perfeccionismo".

'Que alguien se acueste conmigo, por favor' (Reservoir Books) no puede calificarse por entero de autobiografía -al fin y al cabo, su autora es educada en la mala vida por unos gatos callejeros o cuenta con Kim Kardashian como hada madrina-, pero nació como una respuesta a tantas memorias hipócritas: "Estaba un tanto cansada", nos explica su autora Gina Wynbrandt en el Salón del Cómic, “de leer autobiografías u obras de autoficción llenas de gente aburrida con pensamientos aburridos, mostrándose ante el lector solo hasta cierto punto".

En su libro, el primero que publica, Wynbrandt se dibuja como una joven solitaria pero expansiva, adicta a la tecnología y en busca perpetua de amor y sexo en los peores lugares. Su amor platónico es Justin Bieber, algo que no tantas jóvenes de 21 años -esa era la edad con que dibujó la primera de las cinco historias, a razón de una por año- afirmarían con su alegría. "Y todavía me gusta", admite cinco años después. “Pero no con la misma intensidad. Cuando empecé a dibujar estas historias estaba algo deprimida, trataba de llenar un vacío. Ahora tengo mejor autoestima y no necesito tener una relación de fantasía para sentirme a gusto con mi vida".

Así es Gina: solo la has conocido hace tres minutos, pero ya sabes más de ella que de supuestos amigos. Se me olvidó preguntarle si hacía terapia, pero quizá no le haga falta: "Para mí los cómics son una especie de terapia. Me sirven para coger algo que considero humillante, o triste, o deprimente y hacer comedia con ello".

RESERVAS CON DUNHAM

Lena Dunham, creadora de 'Girls', ha hablado de sus instintos creativos en términos parecidos a los de esa última declaración. "La gente nos suele relacionar -dice Wynbrandt- porque las dos somos algo exhibicionistas, no tenemos cuerpos que entren en el canon… Pero no acabo de estar de acuerdo con muchas de las cosas que hace. Yo soy feminista, pero al contrario que ella, no actúo como si mi arte fuera políticamente importante".

Los referentes principales de Wynbrandt son maestros del cómic de memorias como Phoebe Gloeckner y Chester Brown, de quienes admira su honestidad sin límites. "Me asombra que tengan la valentía de elegir las temáticas que elijen para sus libros. Cuando Brown publicó su libro sobre ir de putas ['Pagando por ello'], pensaba que sería una asquerosidad, pero al leerlo me asombraron su honestidad y su complejidad".

SEXO Y TECNOLOGÍA

Al contrario que Lena Dunham, Wynbrandt quita importancia a lo que hace. Cuando le pregunto por su decisión de usar un solo color (ascienden a dos en el libro: rosa y azul marino), no elabora ninguna teoría, solo se sincera nuevamente para decir: "Era más barato a la hora de publicar". Tampoco lanza ninguna tesis cuando le pregunto por la estrecha relación en su obra entre sexo y tecnología: "Cuando tenía 8 años, descubrí Internet y me pareció un lugar interesante para explorar. Soy un producto de eso".

O quizá eso del sexo tecnológico le venga de familia: un tío suyo ("al que ya no veo, ha hecho muchos enemigos entre los míos"), llamado Mike Saenz, creó en los 80 y 90 videojuegos eróticos como 'MacPlaymate' y la saga 'Virtual Valerie'. Su trabajo inspira la historia final de 'Que alguien se acueste conmigo, por favor', en la que una Gina usada y tirada por un seductor sin remordimientos decide quemar su tiempo jugando al videojuego erótico 'Cazarrecompensas, Daytona Beach'. Sinopsis: "Conoce maromos mientras sirves a la justicia".