Con más de 100 imágenes, en un trabajo en el que invirtió tres años, Benjamin Lacombe (París, 1982), basándose en la trágica y tierna historia del jorobado y tuerto Quasimodo y la bella gitana Esmeralda, creada por Víctor Hugo, asumió el reto de construir su particular, y espectacular, catedral ilustrada. El resultado fue su adaptación de Nuestra señora de París, en dos cuidados volúmenes (en Edelvives), a la que el artista francés ha sumado las pasadas fiestas Swinging Christmas (Edelvives / Baula), un delicado cuento con música de jazz, pensado para niños pero en el que no falta una historia de amor adulta.

Lacombe, que en Cuentos macabros ya adaptó los relatos de Poe, ha elegido esta vez un emblema del romanticismo. La novela de Víctor Hugo, de 1831, le permitía "reflexionar sobre su enorme dimensión como icono de la cultura popular y clásico de la literatura", explica. "Es una obra inmensa pero a la vez es una gran desconocida. En realidad mucha gente no lo ha leído y quise acercarla al lector". "Sus personajes son fascinantes, increíbles, ambivalentes y complejos --opina--. En la literatura clásica el feo era el malo y la mujer bella era pura y buena. Aquí no, tienen muchos matices. La deformidad de Quasimodo remite a la maldad y en cambio es sensible, triste y melancólico. Esmeralda parece una mujer fatal pero no es cruel, como propone el arquetipo. Eso demuestra la modernidad de la obra".

El ilustrador ha captado la oscura atmósfera del París del siglo XV, donde la catedral es un personaje más. "Víctor Hugo describe la ciudad con todo detalle, como si la sobrevolara a vista de pájaro. Alrededor de la catedral había poquísimas y pequeñísimas casas que hoy ya no existen y que la hacían más imponente de lo que hoy parece".

En Swinging Christmas, en cambio, Lacombe propone un cuento "sin elementos religiosos ni los tópicos de la Navidad, pero en el que sí hay mucha nieve". El álbum incluye, a modo de banda sonora, un cedé con canciones de jazz interpretadas por Olivia Ruiz y la big band The Red Star Orchestra. "Cuenta la historia de un anciano que vivió un amor apasionado y que ayuda a un niño con dislexia, al que le cuesta leer, a amar los libros a través de la música. El jazz es supuestamente para adultos y por eso el niño se siente atraído por ella y vence su miedo".

Lacombe se entusiasma al hablar de su último proyecto, que publicará Edelvives este 2014, una también espectacular versión de Madame Butterfly, la ópera de Puccini, que saca de su bolsa cual chistera. Desanuda las cintas que cierran el álbum y abre un desplegable de 10 metros "que funciona como metáfora de las alas de mariposa y del amor que nace". "Es un libro objeto, quería que provocara las emociones que me causó a mí cuando de niño la vi con mi madre. A mí también, hasta que vi Madame Butterfly y lloré de la emoción que sentí".