Abel Ferrara ha rodado tantas películas junto a Willem Dafoe que se da por hecho que el actor funciona como su 'alter ego' en pantalla, aunque quizá sea más exacto decir que es su ángel de la guarda. Después de todo, de no ser porque Dafoe aceptó participar en ellas es improbable que ficciones recientes del cineasta neoyorquino como '4:44 Last Day on Earth' (2011) o 'Tommaso' (2019) hubieran logrado siquiera ser financiadas. Y casi resulta inevitable pensar lo mismo de la que ambos han presentado este lunes a concurso en la Berlinale.

La premisa de 'Siberia' es clara y concisa: Clint (Dafoe) se ha mudado a una cabaña en las remotas y nevadas montañas de un país extranjero huyendo de su familia y de su vida, pero no puede escapar de sus demonios. Lo que sucede a lo largo del metraje, eso sí, lo es menos. Clint se dedica a pasear, a través del tiempo y el espacio y dando saltos entre lo real, lo imaginado, lo soñado y lo recordado, a veces solo y a veces con su manada de huskies. Lo vemos en una cueva discutiendo con el reflejo de su hermano en un charco; pasando en trineo junto a lo que parece ser una ejecución en masa; teniendo sexo con varias mujeres de diferentes razas; sufriendo el ataque de una fiera desbocada; desplazándose de la taiga a un inmenso desierto de arena en una fracción de segundo y bailando en un sótano al ritmo de 'Runaway', de Del Shannon. Y así.

A lo largo de ese proceso, no llega a quedar claro cuáles son los citados demonios; y tampoco habría hecho falta si el torrente de momentos capturados tuviera algún efecto dramática o sensorialmente acumulativo, si los diálogos que Dafoe intercambia fueran más que colecciones de frases pomposas y vacías y si algunas de sus imágenes no resultaran tan obvias en su voluntad de epatar, ninguna tanto como ese pez que pronuncia unas palabras ininteligibles en la escena final -nos habría encantado saber qué dice-. Quizá entonces 'Siberia' sería una película enigmática y mística, como pretende, y no una simplemente confusa. "No tenía una intención, solo un impulso", ha alcanzado Ferrara a decir en una rueda de prensa durante la que, por lo demás, se ha sacudido de encima las preguntas como si fueran migas de la merienda en el jersey.

Cáncer y iPhones

Toda la linealidad narrativa de la que carece 'Siberia' le sobra a 'My Little Sister', segunda de las aspirantes a premio presentadas este lunes. Cuenta la historia de un actor que se adentra en la última fase de un cáncer terminal y de cómo la enfermedad afecta a quienes lo rodean y en especial a su hermana gemela, que al mismo tiempo atraviesa un momento de crisis con su marido, y mientras lo hace en todo momento resulta convencional, previsible y ramplona; de hecho, su presencia en la competición no se explicaría de no ser porque la protagonizan dos de las más grandes estrellas del cine alemán, Lars Eidinger y Nina Hoss.

Irónicamente, la película más satisfactoria de la jornada ha resultado ser la que menos posibilidades tiene de premio, al menos a tenor de lo mal consideradas que las comedias están en los festivales. Novena película a dúo de los absurdistas franceses Benoit Delépine y Gustave Kervern, 'Effacer lhistorique' es un sin cesar de chistes sobre las compras 'online', el 'ciberbullying', las estafas telefónicas, las contraseñas en internet y, en general, la vida moderna. Incluso los más obvios -en realidad, especialmente esos- son hilarantes.