Daria Bignardi necesita presentación, pese a que su novela El amor que te mereces (Duomo) se haya instalado rápidamente en las listas locales de los más vendidos. En Italia, sin embargo, saben muy bien quién es. Una de las periodistas televisivas más populares, directora del canal RAI-3 y entrevistadora de primeros ministros, que a los 40 años decidió cumplir el viejo deseo de ser escritora.

Ser mediática le ayudó a llegar a un público amplio pero, por la ley del péndulo, provocó una cierta desconfianza de la crítica. Demasiado famosa. «Yo misma no suelo leer los libros de los rostros mediáticos», explica. Su espaldarazo vino de parte de Goffredo Fofi, una vaca sagrada de la cultura italiana, nada dado a regalar halagos, que frente a los escépticos anunció que había nacido una escritora. «Y eso fue como si me hubieran eliminado la letra escarlata de la televisión».

La novela que produjo aquel comentario fue Non vi lascierò orfani, la primera, autobiográfica, dedicada a la madre de la autora. Desde entonces ha cumplido ocho años y cinco novelas. La penúltima, que llega ahora, cuenta un tema recurrente, las historias familiares, los dolores enconados. El drama de una mujer, Alma, que en su juventud perdió a su hermano arrastrado por el tsunami de la droga de los 80 y que ahora se enfrenta a la historia de su hija, Antonia, embarazada y que trata de dar luz a aquel periodo misterioso.

«La novela gira alrededor de la idea de que una familia puede ser destruida de repente, que basta un solo error para que el castillo de cartas se demorone. No ocurre siempre, pero esa es una idea que aterroriza a Antonia», explica Bignardi. También, admite, es un temor que la ha atenazado siempre: «Quizá porque mi madre, que era un gran personaje, ansiosa, obsesiva, simpática y apasionada, me trasmitió una gran inseguridad, la que ella misma sentía por sus hijos».

La historia tiene otra protagonista, Ferrara, la ciudad natal de Bignardi, que ahora vive en Bolonia. «Es una ciudad extraña, con poco tráfico y en la que casi todo el mundo se desplaza silenciosamente en bicicleta a través de la niebla. Está alejada de la Via Emilia, que era la ruta del comercio, y eso la ha hecho un poco fantasmal». No en vano, aquí nació también Antonioni, que hizo de la incomunicación su sello. Y es que la dificultad entre padres e hijos de hablar de los asuntos importantes es uno de los grandes temas de esta novela. Que ese silencio resuene en Ferrara no es nada casual.