Con un regreso a sus raíces fundacionales, el Festival de Salzburgo levantó ayer oficialmente el telón con una reivindicación de "la fuerza de la cultura" para promover el diálogo y la paz en recuerdo del inicio de la primera guerra mundial el 28 de julio de 1914. El certamen nació en 1920, cuando las ruinas de la gran guerra todavía humeaban, de la mano del poeta y dramaturgo Hugo von Hofmannsthal y el actor y director Max Reinhardt, como "un proyecto de paz", recordó ayer la presidenta del certamen, Helga Rabl-Stadler. El mensaje de paz, recordó Fischer, no ha perdido actualidad, con un conflicto bélico en Ucrania, a menos de 2.000 kilómetros de Salzburgo, así como por la violencia en Afganistán, Irak, Siria, y el más reciente conflicto entre Israel y Palestina.

Aunque ayer, un día antes del centenario del inicio de la Gran Guerra, era la inauguración oficial, el certamen está ya en marcha desde el pasado 18 de julio. Ofrece este año 270 funciones, programadas hasta el 31 de agosto, con una capacidad de 265.000 entradas, gran parte de ellas ya agotadas desde hace semanas.

Este año es, por tanto, una edición especial. No sólo por el recuerdo del mensaje pacifista de "los padres fundadores", sino también por el 150 aniversario del nacimiento de Richard Strauss, otro de sus grandes impulsores. La ópera Der Rosenkavalier, dirigida por Zubin Mehta; o Así habló Zaratrusta, con el venezolano Gustavo Dudamel al frente de la Filarmónica de Viena, son algunos de los momentos destacados del homenaje que Salzburgo dedica al compositor alemán.

El grueso del programa operístico comienza a partir de hoy, con el estreno mundial de una nueva obra encargada por el certamen y basada en la vida de la pintora judía alemana Charlotte Salomon, asesinada con solo 26 años de edad en el campo de exterminio de Auschwitz en 1943.