Filippo Meneghetti nació y se crio en Italia, pero se fue a Francia por amor. Ahora, su primera película, 'Entre nosotras', representará al país galo en los Oscar y, por el momento, ya ha sido una de las elegidas en la 'shortlist' de las mejores películas internacionales y está nominada a los Globo de Oro. Se trata de una de esas películas que van calando poco a poco, de manera silenciosa y constante, hasta que te das cuenta de su alcance, de la fuerza interior que la atraviesa y de lo sutil y elegantemente que está contada.

'Entre nosotras' cuenta la historia de dos mujeres jubiladas que durante años han mantenido en secreto su relación por el miedo al que dirán. Ellas son Nina (Barbara Sukowa) y Madeleine (Martine Chevallier) y viven en dos pisos separados por un pasillo, uno enfrente del otro, para mantener las apariencias. "Cuando era más joven conocí a algunas personas que fueron muy importantes en mi formación cinéfila y que habían vivido casos muy duros de discriminación. Así que esta película es una especie de homenaje hacia ellas", cuenta Filippo Meneghetti en su visita a Madrid una semana antes de que se entreguen los Globos de Oro.

El director quería hablar sobre la exclusión y de la autocensura. De lo terrible que es ser juzgados por los demás, pero todavía peor, por uno mismo. De nuestra mirada como una condena. "La película se construye alrededor de eso. Por una parte, está la mirada de la sociedad, la mirada de la familia a la que pertenecemos. Pero lo que me interesaba es que puedes cerrar la puerta a una cosa y a otra y, a pesar de todo, seguir estando preso de ti mismo".

Temor al qué dirán

Es lo que le ocurre a Madeleine, no se atreve a decirle a sus hijos que ama a una mujer y se ha encerrado en una cárcel de felicidad en la que también gravita una mentira. Una enfermedad repentina le impedirá comunicarse dejando fuera de la ecuación a Nina, que para todos los allegados es "la vecina", rompiéndose toda esa intimidad que habían construido. "Decidí contar toda la historia en un espacio muy privado, donde ellas guardan su secreto. Cuando están ellas solas todo es cálido y reconfortante y cuando entran en escena otras personas ajenas, todo se vuelve mucho más tenso y hostil", comenta el director.

Meneghetti no quería convertir 'Entre nosotras' en un melodrama lacrimógeno. Para él, la palabra clave siempre fue la 'contención'. "No queríamos que el espectador engullera las emociones, sino involucrarlo en un juego con nosotros. Quería que fuera una historia de amor, pero también de lucha". Quizás por eso, la rodó como un 'thriller' de falsas identidades. En realidad, tiene todo el sentido en este caso. "El amor muy complejo, hay cosas bonitas y otras que no son agradables, como la obsesión, la angustia y en este caso, el secreto y la vergüenza, la cobardía".

Así, Nina espiará a través de la mirilla todos los movimientos que ocurren en el apartamento de Madeleine e intentará por todos los medios recuperar su lugar en el mundo, a pesar de tenerlo todo en contra.

Por supuesto, que sean dos personas mayores y lesbianas, lo condiciona todo. "Ellas pertenecen a otra generación con una mentalidad menos abierta, aunque a veces me entran escalofríos cuando veo a gente muy joven haciendo apología del racismo y la homofobia. En Italia yo he crecido en la era Berlusconi, que ya era terrible, pero el odio sigue estando presente en la sociedad a través de la intolerancia".

Para los papeles principales necesitaba a dos actrices muy valientes y también muy diferentes entre sí. Por eso eligió a Barbara Sukowa, una leyenda del cine alemán, y a Martine Chevallier, una de las grandes damas del teatro francés que no se había prodigado demasiado en cine. "Barbara tiene un carisma arrollador y Martine pensé que se fundiría con el personaje. Y las dos encajaron a la perfección, fue una cuestión de sensibilidad, de piel.