De niño, las novelas que más le gustaban a Andrew Sean Greer (Washington, 1970) eran las que empezaban con el dibujo de un mapa. La topografía de una ruta hacia lo desconocido era la promesa de una aventura de papel que en Less, con su escritor de segunda devorado por una ruptura amorosa al borde de la crisis de los 50, cristaliza en una vuelta al mundo (con parada y fonda en Nueva York, Turín, París, Berlín, Marruecos, la India y Osaka) dibujada a través de las catacumbas del mundillo literario y académico.

Arthur Less se sirve del viaje para huir de la invitación a la boda del que ha sido su amante durante nueve años, pero como todos los viajes literarios, este tiene mucho de alegórico: como ocurre con su novela Kalypso, que un colega celoso aprovecha como arma arrojadiza para tacharle de «mal gay», Less es Odiseo volviendo a los brazos de Penélope.

Así las cosas, con la aparente liviandad de un relato homérico contado para un lector de amplio espectro, esta irresistible novela transgrede más de un tópico no escrito. En primer lugar, es una comedia que haría palidecer a más de una de las mejores sitcoms del mercado, lo que no significa que no se tome en serio su estilo literario, que deslumbra en las metáforas («El avión da sacudidas sin parar a la luz de la luna, como un hombre lobo en plena metamorfosis»), en las digresiones (el protagonista imaginando, asustado, que ha tomado el coche equivocado al llegar al aeropuerto turinés) y en su capacidad de empatizar con un protagonista cuyo principal atractivo es la dulzura con que moldea sus fracasos.

A CONTRACORRIENTE

En segundo lugar, a pesar de partirse el pecho con las hipocresías de los circulillos literarios, con sus actos fatuos y sus trofeos de baratillo, y de los bolos académicos, nunca los desprecia o los mira con superioridad, por mucho que, escribiendo sobre el Pulitzer (que, oh premonición, la novela ganó en el 2018), diga que un premio no es más que «una manera desesperada de obtener placer». Greer nada a contracorriente de los cínicos tiempos que nos ha tocado vivir. Y en consonancia, Less no encaja en los códigos de la industria literaria porque no sabe encajar en su propia piel, porque siempre se considera peor que los (supuestos) genios con los que ha coincidido en su atribulado periplo vital.

En tercer lugar, es una novela LGTB que no traumatiza la homosexualidad. Greer ha confesado que quería que Less se desmarcara del tono sombrío, desesperado, «a lo Brokeback Mountain, que acostumbran a tener las historias de amor gay. Esto es, Less se merecía un final feliz. Lo que nos lleva a hablar del singular trabajo sobre el punto de vista narrativo de la novela, que bascula entre el de Less y un personaje que irrumpe con sus recuerdos en la página 43 y que, finalmente, provoca el definitivo giro romántico que premia la resistencia del protagonista al hilarante catálogo de humillaciones, encuentros furtivos y metidas de pata que jalonan su vuelta al mundo.

La súbita reaparición, en las últimas páginas del texto, de ese enigmático desconocido que desplaza la subjetividad con que está narrada la novela podría resultar discutible, si no fuera porque Greer lo utiliza casi como elemento metaficcional, que parodia cariñosamente los deus ex machina de las comedias románticas de Hollywood. Moraleja: cualquier less es más.

'LESS'

Andrew Sean Greer

AdN