Tempus fugit es una obra que habla de la «fragilidad del tiempo, de la fugacidad, de lo rápido que pasa del tiempo», del ir, del venir y demostrar cómo van cambiando las cosas conforme pasan los minutos, las horas, las semanas... Así definió ayer Víctor Jiménez, director de LaMov, el espectáculo de producción propia que estrenan mañana (20.30) -estarán hasta el domingo- en el Teatro Principal, con el que la sala además cierra temporada.

Y es en ese partir, crecer, palpitar, amar, buscar, olvidar, avanzar, parar, evolucionar... donde Víctor Jiménez ha llevado a los bailarines casi «hasta la extenuación» ya que «yo he querido llevarles al límite en lo técnico y en lo físico, porque creo que el tiempo es trepidante, frenético» y esa es la idea de esta pieza, cuyos movimientos son explosivos, dinámicos y a veces extremos, como lo es la vida. Los bailarines son Mattia Furlan, Elena Gil, Paula Rodríguez, David Serrano, Alain Rivero, Imanol López, Laura López, Jimena Martínez y Fátima Alcántara.

Durante los últimos días están ensayando en el mismo escenario del Principal y eso hace que «todo lo que tengo en la cabeza lo vaya encontrando», afirmó. Desde el principio los bailarines simplicaron en el proyecto porque «cuento con ellos para todo», ya que «tienen que estar cómodos, confiar en su trabajo, querer hacerlo, que se impliquen...». Empezaron hablando de «la velocidad del tiempo, de que el tiempo pasa y ya no está» y de ahí la búsqueda de conceptos, movimientos «y la música que te lleva a una ola, una ola, una ola, y llega un momento en el que paras o te da un ataque al corazón», y de ahí «ese deseo de cómo mantener el tipo y la constancia técnica llevando el cuerpo al extremo».

MÚSICA CONTEMPORÁNEA

Primero fue la idea, porque el director de LaMov quería «hablar del tiempo, igual porque se me está pasando el arroz», reconoció con una sonrisa; y a la hora de buscar, encontró la forma de mostrar ese paso del tiempo a través de las estaciones, que comienzan, que acaban y vuelven a empezar. Ahí está la primavera, el verano, el otoño y el invierno, así que tomó Las 4 estaciones de Vivaldi pero «quería más contemporáneidad», por lo que para esta pieza eligió la revisión de Max Richter, que añade «unos violines» que transportan a otros lugares. «Yo trabajo para el público», señaló Jiménez, «y la música es muy importante y si es reconocida mejor», pero «con la elegida damos un golpe de tuerca más».

En este Tempus fugit, Jiménez ha contado con Jorge Sarnago, que «me hace los mundos sonoros. Yo le verbalizo lo que quiero y él me lo transcribe en música». Además, colaboran, Luis Perdiguero, que es «un mago de la luz», que hace «arquitectura, pinta y poesía» con la luz porque crea «unas escenas maravillosas y es parte esencial en todas las producciones», porque «inventa, innova...», explicó Jiménez, que aseguró que lo que él tiene en la cabeza, «Perdiguero lo convierte en magia».

La escenografía corre a cargo de Vanesa Hernández, a quien le contó «de qué iba la historia y enseguida supo plasmar a base de péndulos ese peso del tiempo, ese vaivén». Y el vestuario, con el aragonés Arturo Guillén, que le dio «libertad y elegancia, que era lo que yo quería» a los danzantes. De todo ello junto «al trabajo de los bailarines y el mío», resulta un trabajo que «esperamos que conmueva y divierta» al público y también que se acerque a la danza. En este sentido agradeció los ensayos abiertos y didácticos puestos en marcha por el Gobierno de Aragón, que ha hecho que el público «fuera creciendo y también rejuveneciéndose».

La Mov lleva diez años trabajando y eso se nota en la evolución de la compañía y en el trabajo de los bailarines. Después de este estreno en el Principal, segurán con la gira de Terrenal y tras «ver como responde el público» a este Tempus fugit, y tras su paso por la Feria de Huesca, la idea es «empezar a venderlo».