Fulvia no se parecía nada a las tres mujeres con las que me había entrevistado hasta entonces. Iba vestida con un traje de chaqueta muy sencillo, claramente fabricado en Bangladés y vendido en una cadena de ropa barata. El pelo estaba deslucido e iba sin maquillar. Lo llevaba recogido en uno de esos moños que te haces a toda prisa cuando sales corriendo de casa o que a veces te anudas con un lápiz. La montura de las gafas estaba pasada de moda. Sin embargo, tenía unas facciones correctas y cierta dignidad en su desaliño. A su manera, era descuidadamente guapa.

-He accedido a hablar con usted, pero sinceramente me parece que lo que está haciendo Gaia es un disparate como lo fue su negativa a publicar la novela. Quizá porque era fácil reconocer a la propia Gaia en ella.

-¿Usted cree que Selene se suicidó?

-Evidentemente usted no la ha leído, la novela ¿verdad?... Sí, creo que lo hizo... Verá, mucha gente arrastra las huellas de un pasado que le pesa y, aunque los años pasen, el dolor no se va. Hay muchos casos de personas ricas y famosas con familias felices, mujeres e hijos, que se suicidan y nadie entiende por qué, y luego se descubre que habían sido abusados sexualmente o maltratados en la infancia, y que lidiaron con la depresión toda su vida. Whitney Houston, Marilyn Monroe, Chris Cornell, Chester Bennington, Anthony Bourdain, Kate Spade. El hecho de que Selene lo tuviera todo, en teoría, no quiere decir que olvidara lo que había pasado... La novela no es autobiográfica pero casi nadie escribe de lo que no conoce, sobre todo en una primera novela. Y parte de lo que se cuenta está basado en la propia vida. Y la de Selene había sido muy dura. ¿No le extraña que Gaia lo herede todo y no haya padres y hermanos? ¿Que nadie sepa nada de la vida de Selene antes de Gaia? ¿Cómo podía haber conocido Selene a una mujer como Gaia, que se movía en lo más alto de una sociedad tan clasista como la argentina? Selene creció en el barrio de Once. Su madre era alcohólica y su padrastro abusaba de ella. Once es un barrio que usan las redes para captar a sus víctimas. Las calles están empapeladas con ofertas de falsas agencias de modelos que, en realidad, esconden organizaciones a la caza de adolescentes vulnerables. Y Selene lo era. Las chicas, antes de darse cuenta, terminan siendo explotadas sexualmente para pagar deudas que ni se dieron cuenta que contraían. Y eso es lo que le pasó a Selene. Pero Selene era más guapa y más lista que el resto, y acabó trabajando como escort de lujo. Y así es como conoció a Gaia. Una historia un tanto oscura. Un ministro se había encaprichado de Selene y le había comprado un departamento en la Recoleta, en lo mejor de la ciudad. Selene y Gaia se conocieron en el gimnasio, fíjese. Tuvieron que venir a España por miedo. A sus dos hombres. Al marido de una y al amante de la otra.

-Así que si alguien hubiera querido matar a Selene habría sido Gaia, por lo que la novela pudiera revelar.

-No creo, entonces ¿para qué iba Gaia a encargar una investigación?

-¿Y las personas cuyo nombre pudiera salir a la luz?

-¿Por qué iban a querer matar a Selene si todo iba a salir 20 años después, en una novela, con los nombres cambiados, y en España, no en Argentina, donde nadie las iba a reconocer?

-Dígame una cosa: en la lista de llamadas efectuadas en la noche de la muerte de Selene figura una del director de la editorial, ¿es normal que el director llame a sus autores a las diez de la noche?

-No es raro. Este no es un trabajo convencional, y Selene era una mujer muy neurótica. Era capaz de llamar a las doce de la noche porque se le había ocurrido una idea para la ilustración de la portada.

-Pero la editora era usted, ¿no era con usted con la que habría que discutir esos detalles?

-Verá, de la misma manera en la que Selene acabó apareciendo en los ensayos de su obra de teatro, aunque no es normal que el autor lo haga, consiguió que el propio director de la editorial se implicara en el lanzamiento del libro. Era una mujer muy seductora, y los hombres de cierta edad son vanidosos, es normal que se sientan halagados ante la atención de una mujer guapa. De todas formas, ya le digo que no se trata de algo raro.

Durante toda la conversación con Fulvia ella me pareció increíblemente amable pero a la vez muy distante. Fulvia mantenía la postura. El tronco erguido, las manos sobre el regazo, las piernas paralelas una a la otra. Todo en ella era contención.

-Una última pregunta: ¿está usted casada?

-No.

Mañana, capítulo 5:

‘Selene, la luna’