Del centro del escenario se eleva una mujer en una oda a la vida. Alrededor de 40 coristas, que hacen de monjes, recitan uno de los 24 poemas medievales de Carmina Burana, al tiempo que un conjunto de diez músicos, guiados por un par de pianos, acompañan las voces y el resto del espacio escénico se satura de proyecciones multimedia y luces de colores. La Fura dels Baus ha pasado la cantata Carmina Burana, de Carl Orff, por su particular filtro estético. Y el resultado podrá verse en el Palacio de Congresos de la Expo de Zaragoza del 22 al 24 de febrero.

Después de estrenarse en San Sebastián en el 2009 y de recorrer casi una veintena de ciudades por todo el mundo, el espectáculo llega a Zaragoza bajo la dramaturgia y dirección de Carlus Padrissa y con la adaptación musical de Josep Vicent. El dúo propone un montaje en el que el ritmo y el color rompen con la solemnidad de la música de culto. Una fiesta pagana en la que se exaltan las mujeres, el amor y la vida, según apunta Padrissa. «Es una de las piezas más populares de la música clásica: son 24 arias muy cortas que se cantan en una hora», detalla el director artístico, que ve en la cantata una metáfora de la vida.

EQUILIBRIO DE ORFF

El montaje ha cambiado la partitura para orquesta sinfónica por un arreglo musical para dos pianos, timbales, percusión, flauta y contrabajo, con el fin de adaptarse a un escenario más pequeño y de «acercar la orquesta al público», según explica el director musical Josep Vicent, que destaca el equilibrio de Orff entre el ritmo, «muy notorio», y el discurso armónico. «En Carmina Burana se hace un uso del ritmo sin complejos, al mismo nivel que la armonía o el discurso melódico. A veces, en la música culta se pone por debajo el plano rítmico, pero esta obra encuentra el equilibro total», abunda.

Los músicos comparten el espacio del escenario con las bailarinas, los coristas y los cantantes. Todos están en el mismo plano. «Un concierto siempre es muy visual, y cuando en una ópera se pone a la orquesta en el foso, se pierde la mitad del espectáculo. Aquí no, aquí se ve todo», subraya Vicent. Padrissa destaca que una de las grandes virtudes de Carmina Burana es su sencillez en el relato y la composición, lo que permite que un público no familiarizado con la ópera pueda disfrutarla. Por ello, considera que es una obra ideal para iniciar a nuevos espectadores. La producción acumula más de tres millones de espectadores.