El nombre de Gabriel Sopeña aparece asociado al de Loquillo casi como «una rodilla» del catalán por la trascendencia de su colaboración como músico, arreglista, productor y letrista, de él y de la plana mayor del rock nacional que lo ha animado ha ponerse en pie a solas y reivindicar su voz.

El resultado se llama Sangre sierra (Warner Music), segundo disco de su carrera después de Mil kilómetros de sueños (1997), el cual, pese al aplauso de la crítica, lo vio abjurar de publicar más material en solitario... hasta ahora. Un álbum que presenta hoy junto a una banda de cinco músicos en la sala Las Armas de Zaragoza y el 9 de junio en la sala Barts de Barcelona.