Hay en Sánchez, una novela concisa, nudosa y sonambúlica, mucha sabiduría narrativa alimentada tanto en la literatura como en el cine, con escenas y planos que se ven y oyen lo mismo que se leen.

Esther García Llovet (Málaga, 1963) ha apretado en pocas páginas una historia de errancia en un Madrid nocturno, suburbano y canallesco en el que se mueven tres outsiders que viven en la cara B de la realidad social. La lluvia de estrellas de la noche de san Lorenzo preside el itinerario de Nikki, la narradora, y su exnovio Sánchez, un ludópata cargado de deudas que quiere salir del atolladero vendiéndole a una italiana un galgo de carreras que no tiene. Tras reencontrarse la pareja por azar, ella va a ayudarlo a conseguir uno. Y ahí es donde entra en juego el tercer vértice del triángulo: el intimidante Bertrán, un pijo de 20 años dueño de un galgo, Cromwell, y convertido en leyenda. Con nervio de thriller, Nikki cuenta la peripecia de una noche que parece salida de la imaginación cruzada de Martin Scorsese y David Lynch.

La autora, sin embargo, hace algo más que armar una ceñida intriga propia de novela negra. Bajo la capa de maquillaje del género (negros son el clima sórdido, las criaturas marginales y delincuentes, la profusión de diálogos y el estilo salpicado de jerga de la narradora) se adivina un relato que lo trasciende, un relato que raya en lo alegórico y penetra en el territorio de lo incomprensible que linda por un lado con lo siniestro y por otro con lo sobrenatural.

POLOS oPUESTOS / Lo sugiere que los dos personajes masculinos representen los polos opuestos del destino, la desgracia y la suerte: el infortunio como costumbre de Sánchez, que arrastra fama de gafe, y la fortuna invariable de Bertrán, ganador nato (gana siempre a todo), tocado por lo que parece un don sobrehumano. En medio, dando testimonio de esa dualidad, Nikki, una filóloga que -ironía sangrante- tuvo que dedicarse al trapicheo y al robo para salir adelante.

No puedo desvelar el sentido de esa alegoría sin atentar contra el placer y la sorpresa del lector, pero sí debo señalar que Esther García Llovet ha escrito una pieza redonda que no se agota en sí misma.

‘SÁNCHEZ’

E. García Llovet

Anagrama

135 páginas