Tengo escrito que Mon Laferte es un volcán en erupción, una traficante de emociones, una sirena que atrae y devora con su canto si, como Ulises y sus navegantes, no te atas bien atado al palo mayor del barco de los deseos. Mon Laferte, es, salvando todas las distancias y dando un salto en el tiempo y en los modos, la Lupe del siglo XXI. Esta Norma Monserrat Bustamante Laferte, será, si ya no lo es, la nueva diva de la canción latina transculturada; diva, en su acepción más artística, claro. Chilena afincada en México, Mon llegó a Pirineos Sur levantado pasiones entre sus abundantes seguidores y achicando con su arte las altas montañas que rodean Sallent de Gállego. En ese escenario montó, con una banda tan pinturera como solvente, su cabaret pícaro y sensual en el que, reformulando la tradición, atrapar los sueños y despertar los sentidos.

Mon es el bolero feroz, el rock con especias aromáticas, la cumbia loca, el mambo de armas tomar, el blues cadencioso, la balada tórrida… y mucho más. Abrió el concierto con Tormento, y lo cerró con Tu falta de querer. En medio, provocaciones como Ronroneo, insinuaciones como Quédate esta noche, peticiones como El beso (Un beso mordido, uno chupeteado / Un beso encendido, un beso gasta'o / Uno que me ahogue, uno que me rompa / Un beso en la frente, un beso en la boca), confesiones como Funeral, arrullos como La trenza, verbenas como No te fumes mi mariguana… En fin, casi 20 canciones para descubrir todos los matices vocales, todas las pulsaciones musicales de esta reina de lo canalla, de esta emperatriz de la perturbación. Mon, espléndida en sus grabaciones, parece nacida para la escena, para el directo. Es ahí donde se produce la gran fusión (¿o fisión nuclear?) entre un público que la venera y una artista que se hace querer.

Llegó Mon Laferte a Pirineos Sur, digo, como un tornado, como un tsunami, como un huracán. Pero también como una gatita que ronronea antes de sacar las uñas. Gozamos, pues, con la gata sobre el escenario. Ese que vacío estaba frío y que ella calentó hasta casi quemarlo. ¡Miau!