Puede que sean los premios más importantes del cine español, pero en la gala de los Goya se oirán muchos idiomas: euskera (Handia), catalán (Verano 1993), inglés (La librería) y castellano (El autor y Verónica). Estas cinco multilingües películas aspiran hoy a llevarse el galardón más noble de la Academia.

Handia es la que parte con mayor número de candidaturas (13), aunque a todas luces la batalla se librará entre Verano 1993 -filme que en su día, fue escogido por la Academia de Cine para representar a España en los Oscar- y La librería, que en enero ya conquistó el Forqué de los productores (ex aequo con El autor) que se entregaron en Zaragoza. Y las estadísticas confirman (al menos hasta ahora) que el título que obtiene ese galardón obtiene también el Goya.

La respuesta la tendremos en torno a la una de esta madrugada, hora a la que, previsiblemente, finalizará una gala de cine en la que se reducirán las habituales dosis de crítica política y aumentarán las reivindicaciones feministas, como ya ha pasado en los Globos de Oro y en los Feroz y previsiblemente sucederá también en los Oscar. Los maestros de ceremonia, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, ya anunciaron hace días que el guion dejará a un lado los dardos políticos (el humor de los chanantes es surrealista y blanco, sin asomo de sátira política) y abrirá un amplio espacio a la «moda» (no utilizaron la mejor de las palabras) de reivindicar a la mujer.

El hotel Marriott Auditorium, a las afueras de Madrid, estará plagado de los abanicos rojos con el lema Más mujeres que repartirán las socias de CIMA (mujeres cineastas) para criticar la escasa presencia femenina en los puestos de mando de la industria del cine. Y eso que este año, dos de las cinco películas que aspiran al Goya están dirigidas por mujeres: Verano 1993, en la que Carla Simón narra la autobiográfica, dura y luminosa historia de una niña huérfana que tiene que encontrar su lugar en el mundo junto a sus tíos y su prima; y La librería, en la que Isabel Coixet cuenta la hazaña de una mujer (Emily Mortimer) que lucha por lograr un sueño: montar una librería en su pueblo, algo que le genera la enemistad de las fuerzas vivas.

Coixet y Simón rivalizarán por el Goya a la mejor película, pero no por el cabezón a la mejor dirección, al que sí opta Coixet. Simón, en cambio, no entra en esa categoría, sino en la de realización novel, donde se enfrentará a Lino Escalera (No sé decir adiós), Sergio G. Sanchez (El secreto de Marrowbone) y Javier Ambrossi y Javier Calvo (La llamada).

VARIEDAD DE GÉNEROS

Dos mujeres directoras y cuatro idiomas distintos no son las únicas características de estos Goya 2018. También la variedad de géneros cinematográficos. ¿Cuándo se ha visto que un thriller aspire al premio más importante? Verónica, de Paco Plaza, también quiere el Goya, sí. «Más allá de ser un thriller paranormal, explica la historia de un personaje real, el de una chica que transita entre la adolescencia y la madurez», argumenta su productor, Enrique López Lavigne, uno de los hombres más importantes de estos Goya, ya que acumula una veintena de nominaciones.

SIN ‘PERFECTOS DESCONOCIDOS’

Además de Verónica, El autor también aspira al Goya a mejor película. Llama la atención que un filme inundado de comedia e ironía (es la primera vez que el habitualmente intenso Manuel Martín Cuenca se zambulle en la piscina del humor) esté incluido entre los cinco mejores filmes del año. La comedia no es un terreno proclive a los premios. Ahí está el ejemplo de Perfectos desconocidos (Álex de la Iglesia), abrumador fenómeno de taquilla (tres millones de espectadores) que, sin embargo, no ha conseguido ni una sola nominación.

Entre los invitados a la gala (en directo por TVE-1) no estará -una vez más- el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no se caracteriza por su vena cinéfila. Si el año pasado aseguró en una entrevista en Onda Cero que no había visto ni una película candidata, este año bromeó con que lo tenía «apuntado». En hotel Marriott tampoco harán acto de presencia los Reyes, que sí son cinéfilos y a los que cada año la Academia envía una invitación, declinada por cuestiones de agenda.