En 1937, Madrid se encontraba bajo el asedio de las tropas franquistas y tratando de resistir a los constantes bombarderos de la aviación sublevada y sus aliados alemanes e italianos. En este contexto, y con afán propagandista, el gobierno de la República y Manuel Azaña, entonces jefe del Estado, encargaron estampar una nueva edición de las series de los grabados de Goya. El objetivo era conseguir fondos para sufragar la contienda y demostrar al mundo que, a pesar de la guerra, la república española era capaz de producir cultura y de mantenerla a buen recaudo. Tres de estos grabados, además, sirvieron como regalo de Estado a tres importantes dirigentes de la época: Josef Stalin, líder de la Unión Soviética; Winston Churchill, premier británico; y Eleanor Roosevelt, primera dama estadounidense. A día de hoy, se desconoce si estos presentes llegaron a sus destinatarios.

Ahora, más de 80 años después, la Diputación Provincial de Zaragoza han rescatado alguna de estas obras, que van a ser expuestas en el Museo del Grabado de Goya de Fuendetodos. En total, son 34 grabados pertenecientes a la serie de Los desastres de la guerra y la edición, impresa en aquel fatídico 1937, es la séptima que se hizo de las piezas. La primera data de 1863, años después de que se encontraran las planchas originales de Goya, que nunca llegó a ver estampados estos trabajos. Durante la guerra civil, estas obras llegaron a venderse por un valor superior a las 500 pesetas, un precio muy elevado para la época.

«Esta muestra es muy rara y especial y seguro que hará las delicias de los amantes de Goya», dijo ayer Cristina Palacín, diputada delegada de Cultura de la DPZ. Los grabados, que pertenecen a la Stern Collection de Montreal, podrán verse en el Museo del Grabado de Goya de Fuendetodos solamente hasta el día 27 de septiembre.

vigencia del mensaje / Francisco de Goya quiso dejar constancia del horror que se vivió en España durante la guerra de la independencia con estos grabados, despojados totalmente de cualquier sutileza. Aquel mensaje, sirvió a los dirigentes republicanos para denunciar ante el mundo la crueldad de la guerra civil y hoy, casi dos siglos después «siguen totalmente vigentes», según expresó Palacín.

El artífice de la estampación en 1937 fue Adolfo Rupérez Grima, un maestro de la Calcografía Nacional. Su técnica permitió que el resultado de su trabajo fuera de una gran calidad, siendo esta séptima serie de los grabados «de las mejores o la mejor desde la primera edición, a pesar de las condiciones en las que se realizo», contó Ricardo Centellas, gerente del consorcio Goya-Fuendetodos. El proceso fue comandado y dirigido entonces por el pintor y cartelista valenciano José Renau, quien también encargó a Picasso que pintara el Guernica.

El edificio de la Calcografía Nacional, situado en el centro de Madrid, fue un objetivo constante de los aviadores del bando nacional, al encontrarse próximo a la sede del ejecutivo republicano. Junto a los grabados del de Fuendetodos, en la exposición podrá contemplarse también un plano original de la época en el que se muestra el edificio en el que se estaban llevando a cabo los trabajos de estampación y las bombas que cayeron en las proximidades.