Es tan fantástica la posibilidad de buscar en grandes servidores, que quienes no la conocieran, o no del todo, espero brinquen de alegría (quizá sean pocos, ya no investigan apenas sino algunos becarios, profesores fanáticos, eruditos de diversa especie).

Me refiero en primer lugar a los grandes repertorios bibliográficos, como son la Biblioteca Virtual Cervantes (de la Universidad de Alicante con ayuda del Banco Santander), Dialnet (que ofrece casi todos los libros y artículos publicados por el mundo académico, a veces texto completo, casi siempre en resumen), el fondo Eumed de Historia económica, la Fundación Ignacio Larramendi, sobre grandes figuras y obras. En todos ellos se encuentran cientos de libros disponibles gratuita y fácilmente. Y otros grandes buscadores, como Europeana y Gutenberg, impresionantes; Gallica en Francia. Me remito a idiomas accesibles. No explico más: dejo a los buscadores el placer de navegar por sus millones de páginas.

Aunque la veterana Británica, digitalizada, pone pegas para la consulta directa, hay muchos accesos a otras como la también legendaria Larousse, las 1.300 páginas de la World Press Encyclopedia, y muchas especializadas, desde la Encyclopédie de l’Islam a la de Local History, o tan curiosas como la del anarquismo, la «de lo que no existe», la del Museo del Prado muy nueva, y muchas otras en España, donde la Enciclopedia catalana es muy amable con los lectores; y las demás regionales, incluida, claro, la Aragonesa.

La nueva Enciclopedia Libre Universal en español, cuenta por ahora con 52.304 artículos y 16.080 imágenes. Está diseñada, me parece, en paralelo a la célebre Wikipedia, en multitud de idiomas incluido el aragonés, con una enorme información, no exenta de algunos errores, olvidos, etc. Pero, por ejemplo, informa ampliamente de la mítica Espasa, aún inaccesible directamente.

El capítulo diccionarios es inmenso también. Desde los de la Real Academia y el también mítico y excelente de María Moliner, a los de idiomas o el discutido de la Real Academia de la Historia, ya digitalizado hace poco. Para no alargarme, remito a la muy útil Introducción a las obras de consulta de nuestra Biblioteca Nacional. Sigo con ella, pasando por el amplio mundo de los archivos; remito al Censo-Guía de los de España e Iberoamérica, una visita llena de sorpresas: ya muchos (Histórico Nacional, de la Corona de Aragón, de Indias, de la Biblioteca Nacional, militares varios, privados, etc.) dejan viajar por sus catálogos y series.

El apartado de las Bibliotecas en línea es abrumador. Desde la citada Nacional española, dirigida por la aragonesa Ana Santos, que no deja de aportar innovaciones y ofertas de libros, prensa, dibujos, datos. No ocurre lo mismo con las de las reales Academias, o el CSIC, que siendo público hace poco aún cobraba toda información clasificada. Otras muchas públicas y privadas, muchas fundaciones, destacando la Juan March, la Machado, la de Moguer (<b>Juan Ramón Jiménez</b>), las ya bien catalogadas autonómicas, con fondos abundantísimos. Y no en último lugar, las de las universidades, la nuestra de Zaragoza de excelentes servicios, al igual que la de Aragón, que aun sin presupuestos sigue comprando, informando de novedades; las de las diputaciones y principales ayuntamientos, o la rica información sobre libros de Cazarabet y el Instituto Bibliográfico de Aragón.

Y recomiendo visitas a maravillosas bibliotecas del mundo, como la nueva de Alejandría, las del Congreso de los Estados Unidos, la Pública de Nueva York y tantas de sus universitarias, accesibles en línea; las nacionales de Francia, Gran Bretaña o Portugal, o Il blog delle biblioteche pubbliche digitali italiane, las excelentes Nacionales de México, Chile, Argentina, Australia, India, y las que el Instituto Cervantes tiene en medio mundo. Y ¡ya no hablo de editoriales y librerías!