Aunque el Pabellón Príncipe Felipe respira baloncesto, desde el miércoles y hasta el próximo domingo, 26 de enero, en su interior se escucha música de circo. Una mujer da vueltas en el interior de un aro, otra hace piruetas en una lámpara colgante en el techo, y dos gimnastas dan saltos desde un trampolín. Entre bastidores, junto con los instrumentos musicales, decorados, trajes y globos gigantes, se alternan los juegos de malabares, con el diábolo o el equilibrio sobre la escalera, todo ello amenizado por el ritmo de una batería mientras otro grupo de artistas circenses descansa en la pista. Acróbatas, clowns, músicos, cantantes, maquilladores y encargados del vestuario forman parte de la gran familia del Circo del Sol, que llega a Zaragoza para presentar Corteo, un espectáculo cargado de risas, exuberancia y recuerdos en un cortejo fúnebre. «La historia comienza en una procesión funeraria en la que Mauro, mi personaje, es el centro de la historia. Este sueña con su funeral y empieza a rememorar los recuerdos de su vida, y dentro de esos recuerdos es muy interesante el juego entre sueño y realidad», explica Mauro Mozzani, el payaso protagonista del espectáculo, pocas horas antes de la primera sesión.

PRECISIÓN MILIMÉTRICA / Los artistas de esta compañía conviven en su día a día, viajan todas las semanas de gira a ciudades diferentes para presentar sus espectáculos y arrastran con ellos horas de ensayos y entrenamientos para que cuando se alce el telón todo esté calculado con precisión milimétrica. «Todos nosotros vamos con unos auriculares diminutos y tenemos a una persona que nos indica cuando podemos salir. Vamos todos al milímetro al escenario, y si uno tarda un poco más en salir a escena todos le esperamos para entrar juntos», explica David Repuyés, el cantante.

David Repuyés es la incorporación más reciente de esta gran familia. Diseñador gráfico, hasta que hace seis meses contactaron con él para convertirlo en su nuevo cantante y decidió dejar su trabajo en un periódico y embarcarse en una aventura con la que recorre todo el mundo: «Los primeros días no sabía dónde me había metido. Me llamaron porque hice unos castings en 2017, contactaron conmigo dos años después y me lancé a la piscina sin pensarlo. Además, al principio tenía el problema de que me cuesta mucho valorarme, pero todo el mundo te ayuda. Esto es como una familia gigante».

El cantante es un personaje más en la escena. Interpreta a uno de los amigos de Mauro, que, a modo de despedida, llega a su funeral y es quien ameniza su entierro. En este sentido, todos los músicos desarrollan, al mismo tiempo, un papel dentro del escenario. Con su batería, Álex Reis marca el compás a los acróbatas y actores, aunque, además de percusionista, también es clown.

CONEXIÓN MUSICAL / Así, Reis destaca la conexión que se genera entre él y los acróbatas como uno de los elementos esenciales en algunos momentos del show: «Es una conexión interesante, porque la batería es la que se encarga de marcar los ritmos a todos los demás, pero no es solo un instrumento rítmico, sino que también hay una parte del show en la que solamente estamos los acróbatas y yo llevando la función. Es todo muy dinámico, todo en vivo».

Un espectáculo que, pese a que repite su historia semana tras semana y todo está muy ensayado, siempre sufre variaciones: «Yo siempre llego a la pista cinco horas antes. Mi maquillaje tarda en hacerse casi una hora pero me gusta llegar con antelación. En esos momentos busco algo distinto: cambia la ciudad, el público, se respira una energía diferente... Por ejemplo, hace unas semanas estuvimos en Lisboa y vimos que no tiene nada que ver con Granada, y esperamos que suceda lo mismo con Zaragoza», concluye Marcelo Perna, que interpreta al Payaso Blanco. H