La Gran Guerra pudo decidirse por mar y Winston Churchill, primer lord del almirantazgo, avisó que la derrota naval británica "hubiera cambiado el curso de la guerra, más pronto que tarde". Los alemanes, conscientes de ello, la buscaron con afán.

Desde finales del siglo XIX, el káiser impulsó la construcción de una flota para hacer de Alemania una potencia mundial, pero en 1914 el poder marítimo de Gran Bretaña era muy superior. Esta, además, desarrolló en 1906 un acorazado portentoso, el Dreadnought (Sin miedo), de 18.000 toneladas, y luego el Superdreadnought, de 25.700 toneladas, que otros países imitaron.

No obstante, los británicos debían proteger un gran imperio y afrontar innovaciones como torpedos y minas, que --según el historiador Álvaro Lozano-- convirtieron a los nuevos acorazados en "carísimos elefantes blancos". Mantenerlos operativos exigía muchos hombres y recursos y el coste de un Dreadnought era el de 50 submarinos alemanes. Y estos últimos revelaron su poder el 22 de septiembre de 1914 en el canal de la Mancha, cuando uno hundió tres cruceros británicos y segó 1.500 vidas.

Minas

En este marco, ambas flotas adoptaron estrategias conservadoras y evitaron grandes batallas, salvo la de Jutlandia o Skagerrak en mayo de 1916. Desde entonces los germanos intentaron dañar a la Armada rival con minas, submarinos y bombardeos costeros. Gran Bretaña y Alemania establecieron bloqueos navales recíprocos y el U-boot o submarino germano se reveló muy efectivo en este cometido cuando Berlín decidió hundir mercantes desarmados sin restricciones, aunque murieran civiles. Tal opción se consideró legítima en Alemania, señala el historiador Michael Howard, porque en 1916 el bloqueo inglés disparó la mortalidad de mujeres y niños pequeños en un 50% por enfermedades asociadas al hambre.

En diciembre del mismo 1916, Berlín valoró que podía vencer a Inglaterra en otoño de 1917 si hundía 600.000 toneladas de mercantes al mes. Alemania logró este objetivo entre febrero y julio de ese último año y los suministros de los ingleses peligraron seriamente. Pero estos conjuraron la amenaza de los submarinos con cargas de profundidad y convoyes escoltados por destructores, de modo que la armada alemana ya no pudo decidir el conflicto.

Además, cuando un U-boot hundió el 6 de mayo de 1915 el trasatlántico inglés Lusitania, predispuso a Estados Unidos contra Alemania y favoreció su entrada en guerra en 1917, ya que había 128 estadounidenses entre los 1.202 pasajeros muertos.

Derrotada Alemania en octubre de 1918, su mando naval quiso salvar el honor con una acción bélica postrera, un "recorrido de la muerte". Sus marinos reaccionaron amotinándose en Kiel el 1 de noviembre y desataron una revolución que acabó con la monarquía. Finalmente, la flota germana se concentró en Scapa Flow, base de la Royal Navy en Escocia, a últimos de mes, según los términos del armisticio. Allí, el 21 de junio de 1919, su almirante hizo hundir las naves al temer que toda la flota quedara en manos aliadas. Sus nueve marinos que perecieron entonces fueron los últimos caídos de la guerra. La flota del káiser, pues, se hundió con su Imperio. Eso sí: invicta.

Y MAÑANA:La hora de las mujeres.