Lleno y pleno en Pirineos Sur. Lleno hasta la bandera (si la hubiera) el recinto del Auditorio Natural de Lanuza el sábado pasado (4.500 espectadores), y pleno artístico con Paco de Lucía y Guadiana sobre el escenario. Diríase, a priori, que un buen número de los asistentes a lo que fue una gran velada llegaron a Pirineos Sur atraídos más por la leyenda que por la música del recientemente galardonado con el premio Príncipe de Asturias, pero los hechos demostraron que el gusto por escuchar a ese fenómeno de la guitarra flamenca estaba por encima del acontecimiento social. Cierto es que nunca se había visto en Pirineos Sur tanta profusión de flashes privados intentando inmortalizar el momento, pero no es menos verdadero que el público respondió a las propuestas de Paco con ese entusiasmo al que nos tienen acostumbrados los conciertos de rock.

Entusiasmo que hacía notar con fuerza al final de cada interpretación, pero que se manifestó contenido y respetuoso durante el desarrollo de las piezas del programa. Bien, pues, por unos espectadores que quisieron y supieron escuchar. Paco arrancó en solitario, iniciando una primera parte de su actuación a la que se fueron incorporando percusionistas (El Piraña y Sabú) y cantaores (La Tana, Montse Cortés y Duquende). Le costó algo calentar la mano, pero cuando lo hizo su guitarra habló con el arrebatador lenguaje de los dioses. Un tiempo para temas como Mi niño Curro , Antonia, Tesorillo, Castejón del Muro ... Luego, tras un cigarrillo (Paco es un fumador empedernido), una segunda mitad gloriosa, con toda la banda en acción: los mencionados, más Niño Josele (segunda guitarra), Alain Pérez (bajo eléctrico) y Antonio Serrano (armónica, teclados y bouzouki).

A esas alturas de la noche, Paco ya estaba inmenso, relajado y feliz. Disfrutando con su nuevo grupo que demostró estar en perfecta comunión con el maestro. De ahí que Paco, sin romper el ritmo interno de las canciones, deje hacer a los músicos. Brillante Antonio Serrano, con una armónica de cadencias blues (gran hallazgo, utilizar ese instrumento en vez de la ya clásica flauta); tremendo El Piraña; imaginativo Alain Pérez; sobresaliente Niño Josele; arrebatadora La Tana... Y marcando la pauta, la guitarra arrolladora de Paco de Lucía, a la que todos nos rendimos sin contemplaciones. Gozo sin paliativos con Palenque, Almoraima, Cositas buenas, Ziyab y una tremenda y mestiza Entre dos aguas , que puso el punto final a una actuación antológica.

Retirado Paco, la noche siguió con el cantaor Guadiana (entre sus músicos, el espléndido violinista Bernardo Parrilla). Tenía un papel difícil, pero salió más que airoso de la prueba. Algunos espectadores iniciaron el camino de regreso tras el concierto de Paco, pero fueron muchos los que permanecieron en Lanuza, dando muestras, otra vez, de que habían ido ahí por la música. Guadiana no defraudó. Con muchos arrestos, empezó con un martinete de gran calado, y después desgranó con garbo y hondura el resto de los cantes. Guadiana, gran nombre para un flamenco que revalidó su talla de artista sobre las aguas.