El filósofo Gustavo Bueno ha puesto su lupa de analista sobre las masivas manifestaciones contra la guerra de Irak y sobre las marchas antiglobalización que se celebran desde hace cinco años en cualquier ciudad que reúna a los más altos responsables de los países emblemáticos del capitalismo. En La vuelta a la caverna , publicado por Ediciones B con el subtítulo Terrorismo, guerra y globalización , Bueno asegura: "La globalización conduce, antes o después, a la guerra".

Con su particular visión del mundo, este pensador vinculado estrechamente a Asturias sigue siendo un provocador de ideas a sus 80 años. Le molesta especialmente que algunos políticos calificaran de injusta la guerra contra el régimen de Sadam Husein. El adjetivo, dice, "está fuera de lugar". "La justicia es una invención de los estoicos. Las guerras son prudentes o imprudentes", argumenta.

PAZ Y ESTADO

Gustavo Bueno defiende que hay distintos tipos de mundialización y también varios modelos de guerra, pero tiende a pensar que ambos términos están interrelacionados: los dos son propios del hombre y los dos se llevan a cabo de la mano del Estado. "La guerra --afirma el autor-- comienza con la civilización y es el resultado del animal que llevamos dentro".

Para el autor de La vuelta a la caverna , no toda globalización es negativa. Defiende la mundialización de las comunicaciones y las ventajas que pueden derivarse para el consumidor de la competencia de las multinacionales. Sin embargo, abierto al debate y la polémica, el filósofo lanza la siguiente reflexión: "¿Es posible la paz con la existencia del Estado? ¿O hay que destruirlo?".

De entrada, Gustavo Bueno rechaza "por ingenuo" el planteamiento de Kant de que la paz perpetua será posible cuando se establezcan relaciones comerciales entre todos los estados. "Este idealismo --indica el filósofo-- sólo se puede dar en el supuesto de que todos los estados intercambien productos en paz y armonía". Algo que es imposible a su juicio.