Me recibió en el jardín de su casa, sita en una de las urbanizaciones más caras de Madrid. Llevaba un traje de lino blanco de esos que solo te puede planchar y lavar una empleada filipina. Aunque en Madrid el barómetro marcaba 38 grados, allí el ambiente era fresco y agradable, merced a un ingenioso sistema de toldos, fuentes y setos ajardinados. La mujer era bellísima, con el mismo empaque de mujer rica que tenía Gaia. Las dos, por supuesto, se movían en los mismos ambientes.

-Gaia me lo explicó todo, estoy dispuesta a decirle todo lo que sé, pero ya se lo expliqué a Gaia.

-Si no le es mucha molestia, preferiría que me lo volviera a contar, todo lo que recordara.

-Cuando me dijeron que se había suicidado yo estaba en estado de shock, claro, y entonces pensé que sí, que se había suicidado, aunque no veía qué razón podía tener para suicidarse una mujer que lo tenía todo: éramos felices, ella estaba a punto de publicar una novela, iban a estrenar en teatro la obra que había escrito... Todos sus sueños se estaban cumpliendo.

-Perdone, ha dicho usted que eran felices.

-Y lo éramos.

-Pero Gaia me dijo que usted era su exnovia, que ya no estaban juntas.

-Qué tontería. Nos habíamos separado temporalmente porque ella necesitaba un espacio tranquilo para escribir y aquí, con los niños, porque tengo dos hijos... Pues no podía.

No se me ocurrió espacio más tranquilo para escribir que una casa de 10 habitaciones con parcela de mil metros cuadrados. Pero en este oficio no cuestionas a la gente, solo la escuchas.

-Entonces, ¿usted cree que no se suicidó?

-Mire, yo no quise decirlo en su momento, pero... Esto que le voy a contar es confidencial ¿verdad? -asentí con la cabeza-. Ella había vuelto a verse con Mar. Por necesidad. Cuando habían estado juntas, Selene había escrito una obra de teatro inspirada en Mar, y ahora que Mar se ha hecho tan famosa, porque sale en la serie esa que así, inter nos, yo creo que es una chabacanada, pues por fin había aparecido productor y director para montarla, años después, fíjese. Y claro, Selene no iba a decir que no. Los autores lo tienen muy difícil. Pero Mar nunca le perdonó lo nuestro... -yo hice un alzamiento de cejas para indicar que no sabía qué era lo suyo-. Nosotras empezamos cuando ella estaba con Mar, y cuando Mar se enteró casi la mata... Si Selene a Mar le puso una denuncia y todo. Por agresión. Pero claro, como eran dos chicas... Si llega a ser un hombre, Mar va a la cárcel. Bueno, que yo creo que por ahí habría que mirar. Porque en estos días Mar la llamaba muchísimo, que Selene me lo decía, que estaba harta pero no podía decírselo, por lo de la obra. La llamaba ¡a todas horas! El teléfono sonaba y Selene miraba la pantalla y no cogía. Mire, antes de que viniera usted, cuando me ha llamado Gaia, me he pensado mucho si debía decirle esto, pero la verdad es que no se me ocurre otra persona que pudiera tener razones. Creo a Mar capaz de cualquier cosa, la verdad…

-A ver si lo entiendo, ustedes ya no vivían juntas porque Selene vivía en el apartamento...

-Sí, en el apartamento del centro, Selene se había ido allí a acabar su novela. Ella en realidad nunca lo dejó, porque el apartamento estaba a nombre de Gaia, o sea que Selene lo tenía un poco como de estudio para escribir y guardar sus cosas y tal...

-Perdone si no lo entiendo, pero Selene ¿qué relación tenía con Gaia?

-¿No se lo ha contado Gaia? Selene y Gaia se conocieron en Argentina, hace muchos años, cuando Gaia estaba casada con alguien muy, muy, pero muy importante. Bueno, creo que le basta con trastear por Google para saber quién es. Selene era mucho más joven que Gaia, creo que menor de edad. Y Gaia había nacido aquí, en España, y la nacionalidad era española. Y se vinieron aquí porque imagínese el escándalo, el marido quería matarlas. Y eso sí que no era figurado. Si piensa en alguien que quisiera de verdad matar a Selene, ese habría sido el marido de Gaia, pero 20 años después... qué sentido tiene. Pero pasaron miedo, miedo de verdad. Y luego, cuando llegó el matrimonio homosexual, ellas ya no estaban juntas, pero se casaron igual por lo de los papeles. Pero Selene siempre le pagó todo: el apartamento, hasta el móvil le pagaba. Porque de escribir no se vive, ya se lo digo yo. Era como su madre, Gaia. Siempre estuvo enamorada de Selene.

Gaia seguía enamorada de Selene, Mar seguía enamorada de Selene... Parecía que era de las que dejaba huella, Selene.

Mañana, capítulo 3:

‘Mar, el agua’