¿Es posible la amistad verdadera entre un hombre y una mujer? In cluso si es así, ¿pueden dos amigos seguir siéndolo después de tener sexo? Puede que en la era de Badoo este tipo de cuestiones suenen algo apolilladas, pero cuando Cuando Harry encontró a Sally vio la luz en 1989 --mañana se celebra el aniversario de su estreno en Estados Unidos--, sus agudas observaciones sobre el romance, las relaciones entre hombres y mujeres, la amistad y el sexo la convirtieron en fenómeno cultural.

Dirigido por Rob Reiner a partir de un guion de Nora Ephron obviamente influenciado por el cine de Woody Allen --Annie Hall (1977), particularmente--, el periplo sentimental entre Harry Burns (Billy Cristal) y Sally Albright (Meg Ryan) fue responsable esencial del boom que la comedia romántica vivió a partir de los años 90. Sin duda el éxito de Cuando Harry encontró a Sally le allanó el terreno al de Pretty Woman (1990), y la suma de ambos estableció un clima favorable para títulos posteriores como Algo pasa con Mary (1998), ¿En qué piensan las mujeres? (2000), Hitch (2005) o, cómo no, el mayor taquillazo --y el más incomprensible-- de la historia del género, Mi gran boda griega (2002). Sin embargo, en los últimos años solo cuatro han logrado convertirse en éxitos comerciales: La proposición (2009), Historias de San Valentín (2010), Sígueme el rollo (2011) y El lado bueno de las cosas (2012). ¿Qué hay de ellas en el 2013? Haberlas haylas, pero no nos acordamos.

VISIÓN DESFASADA Lo cierto es que la comedia romántica está en declive, y aunque sería injusto echarle a Cuando Harry encontró a Sally la culpa, su éxito le supuso a Hollywood una victoria que a la larga ha resultado pírrica. Primero con ella y después con sus dos películas más importantes como directora, Algo para recordar (1993) y Tienes un e-mail (1998), Ephron se empeñó en convencer a las mujeres de que los hombres se enamorarían de ellas y les serían fieles para siempre, a pesar de tantas evidencias de lo contrario.

Y pese a sus toques progresistas --su visión desprejuiciada del sexo extramatrimonial, sus diálogos políticamente incorrectos--, Cuando Harry encontró a Sally ofrecía la misma celebración del sagrado matrimonio que, dos décadas después, hasta títulos como Crazy, Stupid, Love (2011) o La boda de mi mejor amiga (2011) mantienen intacta. Pese a que vivimos en una era en la que el divorcio se ha convertido en norma, y en la que la paternidad soltera y los matrimonios del mismo sexo se han desestigmatizado, comedias que se desvían de la fórmula Ephron como 500 días juntos (2009) siguen siendo excepciones.

Hollywood, pues, no ha estado atento al zeitgeist. Toda comedia romántica necesita un conflicto. Y establecerlos es cada vez más difícil: en el mundo occidental las diferencias de clase, profesión, fe, edad, raza y género ya no suponen tanto problema. Y priorizamos las carreras sobre el matrimonio y la familia.

Pero el gran problema es que el auge comercial del género se sustentó mayormente sobre películas lamentables, historias tediosas de mujeres que descubren que el hombre ideal es más importante que hacer carrera o comprarse unos Louboutins. Véanse Sweet Home Alabama (2002), Sexo en Nueva York (2008) o 27 vestidos (2008). Quizá es por ello que actores como Julia Roberts, Sandra Bullock y Matthew McConaughey renegaron del género que les hizo estrellas.

Y, en última instancia, si el público ya no ve comedias románticas es porque cada vez se producen menos. Las rom-coms no tienen potencial para inspirar secuelas ni vender muñequitos. Y, ahora que tienen la mirada puesta en mercados como China, se dan cuenta de que las explosiones no necesitan traducción y, por tanto, producir películas de robots sale más a cuenta. O quizá piensen que el romanticismo ya no vende. ¿No será más bien que ellos ya no saben cómo venderlo?