Daniel Innerarity reconoce que el lector no siempre tiene fácil la lectura de los libros de filosofía, pero añade que ese esfuerzo tiene su recompensa con el "gozo intelectual" de acabar comprendiendo un poco mejor qué ocurre en la sociedad. Y ha sido precisamente ese objetivo, lo que le ha llevado a escribir La sociedad invisible , ensayo con el que ganó el último Premio Espasa.

Innerarity (Bilbao, 1959), profesor de historia de la filosofía en Zaragoza, plantea que hay que acabar con los dogmas y buscar explicaciones diferente para las situaciones y problemas diferentes de hoy. El filósofo dice estar convencido de que ya no es posible llevar a cabo la transformación de la sociedad que propugnaba Marx, "porque ya no nos sirven los datos que sirvieron para interpretar otras épocas". Y, por encima de todo, defiende que este mundo nuestro "debe ser comprendido antes de ser juzgado".

En La sociedad invisible (Espasa), Innerarity insiste en hacer comprensible esta sociedad, intento que repite tras dos obras precedentes, Etica de la hospitalidad y La transformación de la política , trabajo con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo el año pasado. "La figura del filósofo --explica-- se parece a la del espía o el detective, porque sospechan de lo demasiado evidente". Y lo evidente es hoy el culto a lo inmediato frente a lo que propone unos análisis no superficiales. Hay que buscar esa parte invisible de la sociedad y vaciar el discurso de todo lo trivial.

El filósofo considera que muchas cosas han dejado de ser lo que eran --la guerra, los territorios, las comunicaciones, el miedo, la economía--, temas que el libro analiza con una nueva óptica. Para el final del libro deja Innerarity dos conceptos que juzga básicos: el futuro y la utopía. El autor defiende que el individuo debe acostumbrarse a proyectar el futuro. Cree que la historia de los siglos XIX y XX ha "pervertido el concepto de utopía", convertido ya en un término desacreditado, por lo que la sociedad actual necesita "situaciones abiertas" en las que el futuro no esté perfilado con ideologías ni objetivos, "y ahí sí cabe una nueva forma de utopía".