Son los lectores del futuro, aunque para que lo sean no puede descuidarse el presente. "En contra de lo que se piensa, los niños leen, lo que pasa es que está descompensado porque los que leen, leen mucho, y los que no, nada". El que habla es Jorge Gonzalvo, el coordinador del Observatorio de la Literatura Infantil y Juvenil de Zaragoza y del colectivo Atrapavientos, que tiene claro que "el estado de forma de la literatura infantil y juvenil cada vez es mejor porque se está reinventando permanentemente". Eva Cosculluela, librera de Los portadores de sueños y presidenta de la Asociación de librerías de Zaragoza comparte la opinión de Gonzalvo: "Es de los sectores que menos está notando la crisis porque los padres, aunque no sean lectores, siempre tienen la inquietud de que sus hijos lean. A eso hay que juntar que ahora mismo hay editoriales que están haciendo cosas maravillosas".

Hoy se celebra el Día Mundial del género coincidiendo con la fecha de nacimiento de Hans Christian Andersen. Paradójicamente, cada vez se leen menos clásicos: "Nosotros crecimos leyendo a Verne, Stevenson y muchos otros y ahora es cierto que los chavales no lo hacen pero hay que matizarlo. Si leíamos a Verne era porque no teníamos otra cosa, leíamos lo más adecuado para nosotros. Ahora hay una literatura específica para jóvenes y a mí no me parece mal siempre y cuando sea buena", asegura Cosculluela.

PROMOCIONAR LOS CLÁSICOS En ese sentido, Gonzalvo también cree que se está trabajando para evitar que los clásicos desaparezcan: "Creo que siempre son positivos a todos los niveles y a todas las edades, por lo tanto, dejar de leerlos no es bueno, pero se sigue haciendo muy buen trabajo a nivel de bibliotecas, colegios y asociaciones como Atrapavientos para realizar clubes de lectura que están recuperando los clásicos e insistiendo en que hay que volver siempre a ellos".

Ambos coinciden que la clave para conseguir enganchar a un niño a la lectura es que lo vean como "algo divertido y no como una obligación. Hay que proporcionarles lecturas y estímulos divertidos", explica Gonzalvo con un argumento que Cosculluela lleva más allá: "A veces hay libros que no tienen mucha calidad literaria como los de Gerónimo Stilton que encantan a los críos, pero si ese consigue que el chaval coja un libro en lugar de un videojuego, habremos dado un paso adelante. Y si ese chico disfruta con él, el día de mañana cambiará a otra serie que también le guste y de ahí quizá pueda ir más allá. Es mejor que el chaval lea aunque no sea una altísima literatura", concluye la librera.