Antes siquiera de preguntarle él se adelanta. «Es muy importante que se haya reconocido en el cine español una película como Campeones», opina Jorge Aparicio. El cineasta, que padece una de esas malditas enfermedades raras, participa hoy en una tertulia junto a Antonio Valdovin durante la cual se proyectarán los últimos trabajos de estos dos directores: La importancia de tener un nombre y Emmenez-Moi, respectivamente. Será a las 19.30 horas en la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Independencia.

Esta producción es el cuarto cortometraje en el que Aparicio ha estado al frente y supone su vuelta a los rodajes después de un periodo de convalecencia tras sufrir un infarto. «La vida me ha dado una prórroga», dice con ilusión antes de seguir alabando a los actores que formaron parte del reparto de la cinta ganadora del Goya a Mejor película este mismo año. «El discurso de Jesús Vidal es para alabarlo. Pude conocerles a todos en la gala de los premios Forqué y son personas con muchas ganas de reivindicarse y abrirse paso. Ese premio tiene que servir para que nos demos cuenta de que en el mundo hay personas con discapacidad que tienen mucho arte que aportar», cuenta.

PREMIOS SIMÓN

Aparicio es el primero en decir «aquí estoy yo». En el año 2017 consiguió el premio Simón al mejor cortometraje por El morico y ahora de nuevo su trabajo está preseleccionado para los premios que organiza la Academia del Cine Aragonés. Eso sí, prefiere ser cauto y admite que tiene mucha competencia. «Eso es bueno, significa que el cine aragonés goza de muy buena salud. A mí personalmente, además, me gusta mucho ver qué es lo que hacen los demás directores, no solo valoro mi trabajo», explica.

Los premios, según dice, son un escaparate que a él personalmente le han permitido darse a conocer y ganar «visibilidad». «Es como subirse a un pedestal», argumenta, pero la foto con la estatuilla no ha de servir solo para «hacer postureo». «Yo lo que quiero es que gracias a esa imagen luego haya gente que vaya a ver mis películas».

La importancia de tener un nombre cuenta la historia de un encuentro protagonizada por un inmigrante anónimo que se gana la vida como músico callejero. El germen de este relato está en una idea propuesta por el escritor Raúl Rodrigo y que en parte se basa en una historia real.

Con este corto, Aparicio ha querido hacer su particular homenaje a los que tocan música en la calle ya que «nos transmiten mucho aunque ganen cuatro perras». «Creo que tenemos que aprender a escuchar, y no me refiero a lo que nos dicen los compañeros -continúa el director-. Hay que escuchar lo que la gente dice a nuestro al rededor porque hay muchas expresiones machistas y xenófobas», asegura. Su trabajo, al fin y al cabo, demuestra la capacidad que tienen las escenas cotidianas de convertirse en buen cine.

De su última producción este cineasta, que se considera aragonés de adopción, dice que es sencilla y emotiva. Poniendo el foco en el anonimato de las personas que nos rodean en el día a día, Aparicio ha construido un cortometraje que a él mismo le recuerda, precisamente, la importancia de tener un nombre en esto del cine: «En Aragón creo que la industria ya me conoce. La gente me tiene un cariño especial. Aunque en España o a nivel internacional sigue siendo muy complicado hacerse un nombre y eso me cabrea, como le pasaba a Paco Martínez Soria cuando no le reconocían en Europa», ríe.

En nuestra comunidad, opina para finalizar, «hay mucho talento por sacar a la luz». Por cierto, entrando en la polémica, a Jorge Aparicio sí que le ha parecido bien el Oscar para Green book, aunque lamenta que Sorogoyen se haya ido de vacío.