La última novela de Belén Gopegui surgió de una duda. La autora se planteó si era capaz de seguir escribiendo y si podía hacerlo de aquello que le interesara, al margen de los criterios políticamente correctos imperantes. ¿De qué le apetecía escribir a Gopegui?. De la revolución cubana; de un estilo de vida, el de allí y el de aquí; del dominio de las clases dominantes, y de sueños y realidad, que se mezclan y confunden. Todo eso y algo más es El lado frío de la almohada .

Gopegui (Madrid, 1963) publicó su primera obra --La escala de los mapas -- en 1992, y al ritmo de un título cada dos años siguieron Tocarnos la cara , La conquista del aire y Lo real , todas ellas con un tono personal reflexivo y una mirada crítica a la sociedad. En El lado frío de la almohada (Anagrama) la escritora asume todo lo anterior, le añade unas gotas de intriga y se lanza al abismo en la defensa de Cuba y su revolución.

La novela, localizada en el Madrid del 2003, relata una historia de espionaje en la que se mezclan un agregado diplomático norteamericano y sus compañeros de oficio y una española de origen cubano y otros agentes de este país que traman una compleja operación que no es lo que parece. Como en toda novela de espías, hay intercambio de maletines, traición, amor y muerte; como en toda novela de Gopegui, hay rebeldía, defensa de causas que parecen perdidas e intentos de dejar en evidencia al sistema establecido.

El texto lleva intercaladas nueve cartas a un imaginario periodista, utilizadas por Gopegui con dos objetivos: romper el hilo narrativo y comentar el funcionamiento del poder. "El director de diario de mi novela representa a ese poder --añade--, porque acaba de vocero de la clase dominante, aunque no sea la suya propia". El título de la novela se justifica, precisamente, en una de esas cartas: el lado frío de la almohada es allí donde están los muertos, donde se refugia uno tras la pérdida del orgullo o los ideales.

La escritora parece harta de explicar los motivos que la han llevado a defender la revolución cubana y a escribir esta novela en la misma dirección. "Cuba --insiste-- es el único país que intenta cambiar las reglas del juego; es cierto que atraviesa momentos difíciles, pero habría que saber hasta qué punto eso es consecuencia del hostigamiento exterior o de los errores propios".

Gopegui afirma que no se puede hablar del ser humano en general --"como si todos tuviéramos el mismo concepto de lo que debe ser ese ser humano"-- e insiste en preguntar por qué una parte de la izquierda española no defiende a Cuba. Para dar con la respuesta, añade, no basta con saber qué ha pasado en ese país: "Es preciso preguntarse qué le ha pasado a la izquierda".