Rossy de Palma aporrea unas percusiones sintéticas con Peor Impossible en el plató de Tocata . El baterista de Aerolíneas Federales luce una camiseta de Bon Jovi. El hoy crítico musical Fernando Martín se disfraza de abuelo granjero en un videoclip de Desperados. Pedro Almodóvar, nervioso y ensombrecido por el acelerado carisma de Fabio McNamara. Alberto Comesaña solicita voluntarias para chuparle el micrófono en un concierto de Semen Up. Si hay que volver a los 80, ha de ser con todas las consecuencias. Incluso a sus ridículos peinados y vestidos. Y el DVD La edad de oro del pop español recuerda que no todo fue vanguardia y genialidad antes, durante y alrededor de la movida .

Cuatro horas dan para mucho, aunque sólo un tercio de esta antología se componga de videoclips, industria entonces balbuceante en todos los sentidos. He aquí el mítico Lobo hombre en París de La Unión, lo más cerca que se estuvo en España del Thriller de Michael Jackson. Pero, claro, también se incluyen jaimitadas de Dinamita Pa Los Pollos y clips más convencionales de La Guardia, La Granja y La Frontera. Y ojo con el de Embrujada , de Tino Casal, siniestra orgía de imágenes y simbolismos; 21 años después aún inquieta.

MUSICA EN TV

Inquietante también era la sumisión de los músicos al guión de los realizadores. Sólo hay que ver a Luis Auserón, de Radio Futura, disfrazado de guayabero en el clip de Veneno en la piel , un trabajo de animación que, como el Mediterráneo de Los Rebeldes, combinaba dibujos y personajes reales. En este último, el trío saltaba al fondo del mar y se cruzaba con un delfín en la escena más surreal de la historia del rockabilly español. Aunque para surrealismo, la inenarrable performance audiovisual de Os Resentidos.

Los más jóvenes ni lo creerán, pero hace 20 años la TV pública emitía programas musicales en horas de notable audiencia y permitía que los grupos españoles más inquietos presentasen sus canciones. Eso sí, en riguroso playback . Es lo que había, pero prácticamente todos pasaban por el tubo: desde Mecano a Burning, de los Zombies a Loquillo y los Trogloditas. Los espacios tenían nombres como Aplauso , Tocata o Rockopop . Y en La bola de cristal , el mismo equipo realizaba los videoclips. Rescaten los de Golpes Bajos, Toreros Muertos, Los Nikis y Alphaville. ¿Vanguardia ochentera o arte sin ensayo?

Incluso en el milimetrado circo del playback había espacio para la sorpresa y el caos. Para Siniestro Total aquello no era una deshonra, sino una ocasión de ridiculizar tan absurda práctica promocional. El playback era un género en sí mismo, aunque Nacha Pop, Tam Tam Go! o Danza Invisible no lo supieran ver. Que se lo cuenten a las Vulpess, que la armaron bien gorda con su Me gusta ser una zorra . O a Jaime Urrutia, que daría más saltos tocando Mari Pili , de Ejecutivos Agresivos, que en toda su trayectoria posterior en Gabinete Caligari.

Alaska arrastraba consigo a Carlos Berlanga, pero éste se escondía en un rincón. Las cámaras de La bola de cristal apenas lo enfocan. Ella cantaba ¿A quién le importa? y él, con su desgana, le daba una nueva lectura a tan emblemática letra. En cambio, a Rubi, de Rubi y los Casinos, no la perdían de vista ni un segundo. Llevaba un vestido tan corto, que el cámara la sometió a un agresivo marcaje desde detrás hasta que, por fin, le filmó las bragas. Alboroto y palmaditas en la sala.

Hoy el videoclip español es infinitamente más ingenioso y prolífico, aunque las grandes televisiones no quieran saber nada. El playback , en cambio, está en crisis. Y el directo en plató, también. Los conciertos de Radio 3 es un cementerio con 20 espectadores-estatuas al que los grupos acuden como a un chequeo de salud. Qué días aquéllos en los que el cantante de Glutamato Yeyé tiraba barras de pan al público de La edad de oro mientras cantaba Todos los negritos tienen hambre y frío . La gente, motivadísima, las devolvía con gran puntería y mala leche. Y todos tan felices. Eran los generosos años 80.