Gigantesco, coloso, oceánico son adjetivos que intentan revelar la dimensión, mayúscula, por supuesto, del Nobel de Literatura, Premio Cervantes y Príncipe de Asturias Octavio Paz (Ciudad de México, 1914 -1998), el poeta, el escritor que mejor ha sabido pensar y acuñar la esencia de su país. El intelectual total. Ahora, cuando están por cumplirse los cien años, el 31 de marzo, del nacimiento del autor de El laberinto de la soledad, piedra angular de la mexicanidad, se presentó ayer en la embajada de México en Madrid el programa conmemorativo del Año Paz en España.

Homenajes, debates, reediciones y exposiciones compondrán un programa, en el que destaca el homenaje que le harán al autor, el 19 de mayo, Enrique Krauze, Fernando Savater, Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards. Pero la programación es muy amplia y variada y en él se destaca el papel de Paz como poeta e intelectual

Los actos en España comenzarán el 24 de marzo con unas conversaciones en torno a Paz, con Javier Gomá Lanzon y Manuel Borrás, en el Instituto Cervantes. Un día después, se inaugurará una exposición en la que reunirá las cartas cruzadas entre Jorge Guillén y Octavio Paz, así como un grabado del libro de artista que Paz realizó con Gunther Gerzso, el pintor húngaro alemán residente en México, procedente de los fondos de la BNE. Entre los actos conmemorativos destacan también el día 21 de las conversaciones que bajo el título Octavio Paz, ciudadano del mundo desarrollarán, con los textos políticos de Paz, José María Lasalle, Antonio Colinas, Juan Malpartida y Armando González Torres.

POLIFACÉTICO Octavio Paz no es solo un autor es una "biblioteca", resume Aurelio Major, el comisario de los actos. No son pocas las facetas del autor: escritor de tintes surrealistas, ensayista antropológico más allá de las fronteras, sabio enciclopédico, agitador cultural, influyente gurú, traductor atrevido, imponente analista de la sociedad. Pero el que fue su colaborador en la editorial de la mítica revista Vuelta y ahora es el comisario del programa conmemorativo destaca entre todas su importancia sustancial como poeta. "La poesía es el centro irradiador de toda su obra. La suya es una poesía de celebración y conocimiento que se interroga. Toda obra importante es subversiva por su misma naturaleza. De ahí que su palabra poética, incluso cuando no se lo propone, es disidente".

Precisamente, el aspecto político de la figura de Paz, que pasó de un juvenil y ardiente apoyo a la izquierda a posiciones más neoliberales es una de sus facetas más controvertidas. "Siempre fue un disidente del totalitarismo --estima Major--, un feroz opositor de la dictadura cubana y también, un crítico muy agudo de los excesos del capitalismo. Quienes lo critican no lo han leído realmente".

El programa de los actos del centenario pone un acento especial en los importantes vínculos que el escritor siempre estableció con España en el marco de la unidad de la lengua. No en vano, Paz viajó a España durante la guerra civil y formó parte del Congreso de Intelectuales Antifascistas en Valencia de 1937.

El tema de la identidad es uno de los más sustanciales en el pensamiento del mexicano que pasó de interesarse por las cultas vanguardias poéticas a hacerlo por el habla popular. De esa indagación surgió su obra magna, El laberinto de la soledad. El escritor mexicano Juan Villoro, que en octubre dictará en Barcelona una conferencia sobre el autor, asegura que Paz buscó "indagar las constancias de lo mexicano, no con el fin de separarnos del resto del mundo sino de reconocer nuestros atávicos complejos para encarar sin problemas a los demás". En sus escritos políticos fue crítico con el nacionalismo: "Creía que no hay un modo inmanente de encarnar la identidad. Pertenecemos a un campo de referencias pero es una realidad cambiante".

En los últimos años la figura de Octavio Paz, el gran Paz, el mandarín, ha regresado de vuelta debidamente transformada por el filtro de la literatura y acompañada por el odio feroz que Roberto Bolaño y los infrarrealistas, sus correligionarios estéticos, le profesaron. Major redibuja aquel enfrentamiento que hoy adquiere tintes míticos.

Para el comisario la prueba del algodón de la vigencia de su inmenso legado es que tantas personas, escritores, pintores, pensadores, estén dispuestas a participar en el Año Paz. "Para las jóvenes generaciones debería ser una lectura obligada".