Canta, baila, actúa, sabe manejar armas y seducir a las mujeres con gran habilidad y precisión. Y, por si fuera poco, Hugh Jackman (Sydney, Australia, 1968) cuenta con un físico escultural (1,90 metros de altura) y un extraordinario carisma, la fórmula perfecta para convertirse en estrella del mundo del espectáculo. Una estrella que brilla con igual intensidad tanto en el escenario como delante de la cámara y lo hace con tal pasión que es imposible quitarle los ojos de encima. Ahora vuelve a meterse en la piel de Lobezno en la nueva entrega de la saga de los superhéroes de la Patrulla X de la factoría Marvel, X-Men: días del futuro pasado, donde con su espectacular físico e imponente energía unirá sus fuerzas a las del grupo de personajes con superpoderes para librar una dura batalla por la supervivencia de la especie humana. Nos citamos con él en la ciudad de Nueva York y, como siempre, nos conquistó rápidamente por su simpatía y su profesionalidad.

--¿Qué destacaría de esta nueva entrega de X Men, comparada con las anteriores?

--Lo mejor de esta entrega es el extraordinario reparto de actores que tiene. La historia es muy inteligente, sin duda la más grande y dinámica de todas, y la música también es fabulosa.

--¿Cómo ha sido este regreso al pasado con ese extraordinario reparto y compañeros de equipo y la dinámica entre los actores veteranos y los que se han incorporado a esta saga?

--Fue como volver a casa y encontrarte con tu familia (risas). Ian (McKellen) y Patrick (Stewart) iban a trabajar en una obra de teatro en San Francisco y por eso Bryan (Singer) (el director de la película) decidió que rodásemos las escenas del futuro al principio. Ahí nos juntamos con Halle (Berry), que estaba embarazada, y fue una maravillosa reunión. El pase de una generación a la otra, en esa escena estupenda entre Patrick Stewart y James McAvoy, fue muy intenso. Era el primer día de rodaje de James y todos pensamos, '¡vaya manera de estrenarse!', con un peso pesado de la actuación como es Patrick, pero James lo clavó, nos dejó a todos impresionados. El resto del reparto de actores más jóvenes es igualmente impresionante, son todos superestrellas del cine, como el caso de Jennifer Lawrence y Michael Fassbender, y lo mejor de todo es que se llevan muy bien entre ellos, lo cual hizo que el rodaje, a pesar de su intensidad, fuera distendido y hubiera espacio para hacer bromas. Fue como hacer dos películas diferentes en una y yo tuve la inmensa suerte de trabajar en ambas.

--¿Qué destacaría de estos dos últimos actores que ha mencionado, Jennifer Lawrence y Michael Fassbender? ¿Cómo los definiría?

--Jennifer es una fuerza de la naturaleza por la profundidad y la vulnerabilidad de su actuación en la pantalla y por su capacidad dramática en cualquier tipo de papel y género de película, pero sobre todo por su autenticidad. No olvidemos que ocupó la portada de la revista Times como la persona más influyente del planeta, incluso por delante del primer ministro británico, David Cameron, pero nada de eso le afecta, es una mujer muy segura de sí misma y muy leal con su familia y amigos. Michael es un fenómeno como persona y actor, no se cansa nunca. De todo nuestro equipo era el que más horas pasaba ensayando o haciendo lo que fuese, tiene una energía envidiable y eso se nota en la pantalla.

--¿Usted tampoco se queda atrás, derrochando energía. ¿Cuál es su régimen cuando debe prepararse para interpretar a Lobezno?

--Es difícil empezar de cero, por eso suelo mantenerme en buena forma física todo el tiempo, pero unas semanas antes de comenzar el rodaje suelo entrenar con pesas, una hora por la mañana y 45 minutos por la tarde. Hago mucha bicicleta, voy a todas partes en bicicleta, y también bailo y salgo a correr, además, teniendo hijos pequeños en casa, acabas haciendo aeróbic (risas).

--En la película, su personaje de Lobezno dice que la paciencia no es su punto fuerte. ¿Tiene usted paciencia en la vida real?

--Soy bastante paciente, sí, y aguanto mucho, pero cuando ya no puedo más, exploto como una olla a presión (risas)

¿Qué le hace explotar?

--Tengo bastante aguante, pero las cosas más simples y cotidianas son las que me sacan de quicio, eso y los niños. Es increíble como los niños son capaces de apretar el botón para que estalles (risas).

--¿Le gustaría tener algún poder para vencer eso u otras cosas?

--Sí, me gustaría ser capaz de leer la mente de los otros.

--Así también podría saber si este será su último X-Men...

--Entre otras cosas..., pero desde que hice X-Men 2 he tomado la decisión de no pensar en ello hasta que no sepa quién es el director o haya leído el guion. Para mí es muy importante que el personaje tome una nueva dirección, porque tiene muchas posibilidades. No voy a hacerlo por el hecho de trabajar en otra entrega, respeto mucho a los fans de la saga y quiero ofrecerles lo mejor. Ahora mismo estoy trabajando con Jim Mangold en el próximo Lobezno y estoy muy contento con cómo van las cosas.

--Pronto volverá a los escenarios de Broadway. ¿Dónde se siente más cómodo, actuando frente a la cámara de cine o en un escenario?

--Años atrás hubiera respondido que en el escenario, porque es de donde procedo, pero ahora me siento igual de cómodo en ambos medios. Lo que me gusta es la variedad, recuerdo que desde que era estudiante de arte dramático, me entusiasmaba pasar de una clase de Shakespeare a una de canto, baile o pantomima. Me gusta aprender, experimentar nuevas cosas, si no cambiara de repertorio me aburriría mucho, o lo que es peor, el público se aburriría.

--El público empieza a verle en anuncios publicitarios, especialmente uno de plumas estilográficas. ¿Por qué eligió este producto?

--Porque me gusta esa firma por su compromiso y dedicación con la calidad, el diseño y la innovación. De pequeño tenía muy mala caligrafía pero yo insistía en escribir con pluma, y esta marca era el epítome de clase y estilo. Cuando pude, me compré una. Por desgracia no ayudó a mi caligrafía (risas), aunque sí para mi estilo. Ahí nació el actor (risas), tenía que pretender que escribía bien.

--¿Era buen estudiante?

--Era muy bueno a la hora de memorizar, la noche anterior a un examen aprendía todo bastante deprisa y lo retenía en la memoria. Eso, obviamente, me ayudó a la hora de actuar cuando llegas al teatro y el director te dice que tiene dos páginas nuevas que tienes que aprender, otros actores entraban en pánico pero para mí no era un problema. Siempre he tendido a dejar las cosas para última hora y luego he sacado buenas notas. Los exámenes de test se me daban mejor que los que había que usar la razón. No quisiera que mis hijos fueran así, prefiero que sepan razonar las cosas y tenerlas siempre en su memoria a que se les olviden a los dos días.