Diez años después de su publicación, el cómic Buñuel en el laberinto de las tortugas vuelve a resucitar como si de un dragón de dos cabezas se tratara porque la obra de Fermín Solís, no sólo volverá a estar en las librerías, sino que, tras ser presentada ayer en el Festival de Cine de Málaga, también se verá en la gran pantalla el próximo 26 de abril.

Hace ya 13 años que Solís emprendió la tarea de llevar a cabo esta novela gráfica (Reservoir Books) que en su origen iba a ser un «cómic más», una creación sin más pretensiones que las de «cambiar el registro» y hacer algo «un poco distinto» a lo que venía haciendo antes, libros infantiles y cómics autobiográficos.

Pero, según cuenta este ilustrador extremeño (Madroñera, 1972), cuando viajó a la comarca de Las Hurdes, seguido por una gran curiosidad, le «impactó mucho» que aunque se habían modernizado respecto a la imagen que Buñuel ofreció en el documental Las Hurdes, tierra sin pan (1933) seguían existiendo esas «casitas bajitas» retratadas por el cineasta aragonés.

Construcciones situadas en una tierra con una «casi una civilización paleolítica», según se afirma en la cinta. «Y me dije, ahí hay una historia», recuerda este autor quien al llegar allí se dio cuenta de que el espíritu de Buñuel estaba vivo, pese a que ya eran pocos los habitantes que se relacionaron con él durante el rodaje.

«Buñuel hizo como un Callejeros, quiso hacer una denuncia de las Hurdes porque allí se malvivía», destaca sobre esta película que hizo que el cineasta conviviera con los hurdanos durante dos meses.

Pero Solís se encontró con un problema que al final fue una solución, ya que al contar con apenas cinco líneas sobre la situación de esta región en la biografía de Buñuel decidió echar mano de su imaginación y mezclarla con documentos de la Filmoteca de Extremadura y del Centro de Documentación de Las Hurdes.

NUEVA ADAPTACIÓN

«Con el tiempo realmente pienso que hice el cómic a mi bola, sin pensar en lo que iba a suceder. Yo llegué virgen a Buñuel y a las Hurdes, y es todo invención a partir de cinco líneas de sus memorias. Si lo hubiese hecho sabiendo mucho hubiera estado muy coartado», reconoce.

En esta «segunda vida» del libro Solís ha vuelto a colorear todas las viñetas con la misma paleta de colores que ha usado Salvador Simó en la adaptación cinematográfica que ha hecho con Buñuel en el laberinto de las tortugas.

Pero también esta nueva edición ofrece al lector contenido inédito con algunos de los bocetos originales del ilustrador extremeño, quien al aportar este nuevo material y al volver a revisar el libro ha tenido la tentación de «cambiarlo todo» porque ya no dibuja «así».

«Me puse una barrera psicológica, aunque sí que he retocado alguna viñeta porque era inevitable, y luego cuando vi el diseño de arte que han hecho para la película, que es un peliculón, solo me daba aún más odio por no poder dibujar el cómic como ahora quisiera hacerlo», concluye.