En 1830 se dejaron de enterrar los muertos dentro de la iglesia de la Magdalena. El hedor que desprendían era tan fuerte que la única solución era multiplicar el incienso lo que provocaban un ambiente impracticable que estaba haciendo disminuir la asistencia al templo. Un hecho que atestigua una lápida de ese año que ha sido descubierta en la tercera fase de restauración de un templo que espera volver a abrir sus puertas a principio del 2018 tras la culminación de unos trabajos que en este último tramo están sufragando el Ministerio de Fomento y el propio arzobispado a partes iguales. Así lo explicaron ayer el ecónomo diocesano, Ernesto Meléndez; el arquitecto responsable de los trabajos, Fernando Aguerri, y el arqueólogo Salvador Melguizo.

Después de las dos primeras fases, en las que se restauró todo el exterior mudéjar de la iglesia, en esta tercera, los trabajos se han centrado en «continuar la salvaguarda del edificio atacando el problema endémico de las humedades», señaló Aguerri. ¿Cómo se hará? «Se va a construir por debajo del suelo una cámara sanitaria que permita que corra el aire y limpie la humedad para que no sean los muros los que la absorban y no se deterioren», indicó el arquitecto que, además, señaló que se están realizando catas de las bóvedas y pavimentos así como «conseguir estabilizar las grietas con restos que hay que sellar».

En ese proceso, en el que se ha levantado el suelo se han encontrado, hasta el momento, cerca de 100 cuerpos aunque se calcula que «hubo miles de personas enterradas. Para ir al cielo tenían que enterrarse en un lugar sagrado que era su iglesia parroquial por lo que tenían todo el derecho a hacerlo a cambio de estar vinculado a la misma», señaló Melguizo. Entre los cuerpos, ha aparecido un soldado de Fernando VII y es que los restos óseos hallados en una primera capa «son los últimos, los del XVIII y XIX que es cuando se dejó de enterrar aquí los cuerpos» dijo el arqueólogo. Además, una reforma barroca que es la que cambió la orientación de la iglesia y la abrió a la plaza en lugar de a la calle Órgano, incluyó una cripta debajo del retablo principal. «La hemos redescubierto ahora porque en los años 50 se había instalado la caldera de la calefacción ahí y no había quedado constancia de su existencia. En ella, se enterraban las personas más adineradas», aseveró Melguizo. No es la única cripta que hay en la iglesia ya que las capillas laterales también tienen sus respectivas que utilizaban las cofradías, las familias, la universidad...

ALMINAR DE LA MEZQUITA

Otro de los descubrimientos realizados es la situación de un alminar por los restos hallados. «Las medidas que tiene la base nos indica que era un alminar y nos hace ver que este lugar era una mezquita hasta la Reconquista. Entonces, se hizo una iglesia pequeña y fue en el siglo XIV cuando se encontraron fondos para construir la actual iglesia de la Magdalena tal y como la conocemos», explicó el arqueólogo que señaló que hay cuerpos de toda condición: «Son gente del barrio, que tenían sus propiedad agrícola, comerciantes... era un barrio que tenía medios, sólo hay que ver la iglesia que levantaron».

Junto a todo esto, en las catas realizadas, se ha localizado el nivel más bajo (tres metros y medio por debajo de la calle en la actualidad) de época romana. Así, se han encontrado desde cerámicas de Tiberio, alguna moneda... y junto a una de las criptas laterales muy reconocibles, también se ha llegado hasta un tramo de calzada romana: «Se ve que es robusta y compacta para que pudieran pasar las cuádrigas y lo que fuera», indicó el arqueólogo.

¿Qué pasará con todos estos descubrimientos? «La idea es estudiar todos los restos y que se pueda hacer una publicación. En algún momento, se ha expresado la posibilidad de hacer vitrinas transparentes para que se puedan apreciar pero es probable que se tape todo de nuevo con el suelo y los restos óseos vuelvan a su sitio. Al fin y al cabo, si su sitio natural era aquí, aquí deben permanecer», concluyó el Salvador Melguizo.

«Estamos deseando abrir este templo a toda la feligresía y la ciudadanía tras una reforma compleja», señaló el ecónomo diocesano, Ernesto Meléndez que destacó que están deseando reabrirla 15 años después «para que cumpla su misión cultural».