Con un presupuesto inicial de 42.000 euros, sufragado hasta el momento por los fieles, la iglesia de Santiago el Mayor, situada en la Avenida de Cesar Augusto de Zaragoza, ha iniciado desde el coro una restauración interior completa cuyo montante total se estima en un millón de euros. Construida en el siglo XVII y declarada en 1975 monumento histórico artístico nacional, esta iglesia trata de recuperar el esplendor de sus yeserías barrocas de tradición mudéjar de finales del XVII con cientos de entrelazados, estrellas y puntas de diamante en toda su alta bóveda central (40 metros sobre el suelo) y sus cornisas y capiteles a lo largo de 70 metros, sobre las tribunas y capillas laterales.

La actuación contempla el cosido de grietas, la reintegración de adornos, la limpieza y recuperación de las yeserías y, en lo que sea posible, de las pinturas originales de lacerías y paramentos que se esconden bajo los encalados que se realizaron en 1860 y en 1916 y que fueron descubiertas hace ahora un año. El proyecto de restauración interior del templo ha sido redactado por la arquitecta Ursula Heredia.

Los responsables parroquiales señalan que sólo el establecimiento de un convenio entre el Arzobispado y el Gobierno autonómico, similar al que hizo posible las restauraciones de la iglesia de la Magdalena o la torre parroquial de Utebo, dejaría el interior del templo de Santiago el Mayor restaurado en el plazo de esta década.

UNA GRAN RESTAURACION

Esta actuación completará la obra integral sobre el templo iniciada en el año 2000 con la restauración de las cubiertas (primero la de la gran cúpula en teja vidriada) seguida del retejado del testero, el crucero y la nave central, así como el macizado de los tabiques exteriores, y la recuperación general de fachadas, ventanas y torres.

Toda esta actuación exterior, terminada el pasado verano y completada con la obra de la nueva iluminación ha supuesto el desembolso de 1,2 millones de euros (200 millones de pesetas).

La iglesia de Santiago el Mayor es uno de los templos más representativos del primer barroco en Aragón. Realizada en ladrillo entre 1661 y 1694 se construyó como capilla del convento de San Ildefonso, ocupado por dominicos. De grandes proporciones (70 metros de longitud por 30 de anchura), sufrió los desperfectos de los Sitios y la desamortización de 1835 hasta que en 1848 recuperó su función como templo de un hospital castrense.

Un rayo destrozó su cúpula en 1860 que fue repuesta en estilo neoclásico. A finales del XIX y durante una década la rigieron los jesuítas retornados del exilio y en 1902 se constituyó como parroquia. Varios encalados sucesivos taparon las pinturas, como se ha dicho. En el año 1965 la cúpula amenazó ruina y volvió a rehacerse, manteniendo las pechinas con el escudo dominicano.

LAS HUELLAS DEL TIEMPO

Toda esta historia ha ido dejando huellas en el templo. Todavía pueden apreciarse las huellas de la humedad en las cupulillas laterales, algunas de las cuales han debido rehacerse en esta misma década. Se encontraron cañizos en lugar de materiales consistentes. Faltaban numerosos adornos y existían grietas en las yeserías, pero sobre todo, la prueba realizada el verano pasado dejó entrever el blanco natural del yeso en contraste con el tono renegrido general de la bóveda.

Bajo las tribunas salieron pinturas murales realizadas en los siglos XVIII y XIX con ángeles, niños y motivos vegetales. Se descubrieron ocres, azules y amarillos entre las lacerías en lo casetones estrellados. El conjunto de la iglesia comprende dos sacristías con yeserías en las bóvedas y una sala versallesca, con pinturas de Francisco Bayeu.