Usted es poeta y editor, es decir, un creador que hasta ahora, digamos, ha estado al otro lado. ¿Qué le llevó a aceptar el cargo cuando se lo propusieron?

--Sobre todo la responsabilidad que suponía intentar cambiar o mejorar todo aquello que yo había visto desde eso otro lado y había criticado. Intentar dejar el sector mejor de lo que está, que está muy dañado.

--¿Qué es lo que se ha encontrado al llegar aquí para que hable con esa pesadumbre?

--Bueno, sabíamos que la situación del mundo de la cultura era conflictiva y difícil, pero no pensaba que iba a encontrar una situación económica tan compleja y un tejido cultural tan roto; pues no solo los artistas emergentes lo pasan mal, sino que verdaderos iconos de la cultura aragonesa tienen problemas para seguir adelante día a día. El de la cultura es un tejido devastado.

¿Y cómo cree que se puede reconducir la situación?

--Lo primero es estar cerca de los creadores. Siempre nos ha dado la sensación que el Departamento de Cultura era un ente que estaba lejos de la gente, al que era difícil llegar para plantearle proyectos o cambios. Por eso creo que lo primero es que todo el sector cultural vea que estamos cerca de ellos, de sus problemas... lo que quiero es que este departamento sirva para eso, para asesorarlos, para ayudarlos...

--Entiendo que la creación del Consejo de Cultura de Aragón nace con ese objetivo, contar con los creadores.

--El Consejo nace como parte del plan estratégico para la cultura que ha planteado el presidente y debe servir para recoger las necesidades reales que planteen los verdaderos actores culturales, que puedan participar en la elaboración de ese plan. Es un órgano abierto y plural. En la primera reunión hubo 24 personas, pero entrarán unos y saldrán otros...

La composición de este Consejo ya ha recibido las primeras críticas, por la media de edad de sus miembros, por la falta de mujeres...

--Entiendo las críticas, pero pienso que las 24 personas que lo conforman son incuestionables en el mundo cultural aragonés, además de imprescindibles y necesarias para el consenso, y entre ellas, que conste, también hay gente joven. Siempre hay opción, como he dicho, de que entren personas distintas y vayan rotando. Las críticas parecen haber ocultado la importancia de la creación del Consejo. Yo, antes de ser director general, hubiese celebrado que hubiese un consejo para hablar de políticas culturales. Se ha hecho con la mejor voluntad y lo importante y novedoso es que se puede consultar sobre cultura con sus agentes. Los primeros pasos del Consejo están encaminados a elaborar un plan estratégico en el que se implique el mayor número de consejerías posibles. Para mí es una obsesión devolver la dignidad al creador.

--Antes hablaba de que la situación económica es complicada. ¿Hasta qué punto?

--En el aspecto económico estamos en una situación límite, realmente crítica, inimaginable para los ciudadanos. Uno no puede hacerse ni idea. De hecho habrá que hacer un presupuesto de emergencia, pues con el que se tiene no solo hay proyectos que no pueden ponerse en marcha, sino que hay unas obligaciones de pago con las que habrá que cumplir y eso hipoteca todo. En la etapa anterior se acometieron cuestiones con muy poca responsabilidad, con plazos de pago que excedían su legislatura.

--¿Se refiere a la adquisición de la Colección Citoler?

Bueno, no solo y quizá este caso no es el más complicado, ya que solo queda un plazo por pagar y se va a hacer. El problema con esta colección no radica en eso, sino en una responsabilidad mayor pues había que haber pensado si con la situación económica que existía era ese el momento para haberla comprado. Pero ahora ya está, nadie duda de su valor patrimonial y es del Gobierno de Aragón.

--¿Qué otras herencias lastran el presupuesto?

--El programa de exposiciones sobre la Corona de Aragón, por ejemplo, es una rémora y hemos decidido que no va a seguir. Solo la primera exposición ya costó 1.500.000 y no se puede continuar. Ha habido proyectos realmente gravosos para la comunidad y creemos en otra forma de administrar los recursos, de manera más responsable y que permitan más posibilidades a los actores culturales. Alguno de esos acuerdos habrá que revisarlos también, pues con estos lastres hay otros proyectos cuyo desarrollo es imposible.

--Ya sé que es un asunto del Gobierno central, pero uno de los problemas más graves y que más críticas ha recibido del mundo de la cultura es el famoso IVA al 21%. ¿Se puede hacer algo desde el Gobierno autonómico?

--Con el IVA hay un plan A, que sería que las elecciones trajesen el esperado cambio político y así, con un gobierno nuevo se acabaría con este abuso. Si no, la DGA baraja otras opciones, como un bono cultural que pueda compensar al usuario y a las empresas culturales. Dada la situación en que nos encontramos, la verdad es que vendría bien un cambio político, aunque lo importante es que mande quien mande el IVA vuelva a niveles lógicos y no sea este abuso absoluto.

--Antes hablaba de ayudar a los creadores. Un tema que sale siempre y que también siempre se habla de revisar es el de las subvenciones, aunque pocas veces se dice cómo. ¿Qué planteamientos tiene el departamento con las ayudas económicas?

--Precisamente en la próxima reunión del Consejo, que será a finales de octubre, se abordará el modelo de subvenciones, que tiene una serie de cargas administrativas obligatorias que nadie se puede saltar y que a veces pasa, y la industria cultural debe ser consciente de que es un procedimiento que debe seguirse, pues a veces no todos presentan toda la documentación exigida y luego hay quejas. Pero, al margen de eso, nosotros vamos a plantear un nuevo modelo acompañado de residencias para los creadores. Así, un grabador podrá estar tres meses en una localidad elaborando su obra, o escribiendo un guión en un espacio de interés cinematográfico... Nuestra aportación es este modelo de ayudas con residencia, que creemos que puede ser muy interesante para la creación emergente.

--Antes hemos hablado de la Colección Citoler. ¿Qué planes tienen con el Pablo Serrano, un centro que ha sido en los últimos tiempos noticia más por las polémicas que por su misión como foco difusor del arte contemporáneo con la que se creó?

--Es cierto. El nuevo Pablo Serrano se concibió como Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos y eso queremos que sea. En cuanto a la convivencia de colecciones, no debe quedar duda de que Pablo Serrano le da nombre. Pero también está la de Citoler o la de Román Escolano, que, por cierto, la cedió gratuitamente. La idea es dar a conocer a los aragoneses ese patrimonio, moviendo las colecciones y aprovecharlas para intercambios con otros museos. Pero queremos también que sea un centro de arte contemporáneo dinámico, un lugar abierto a todas las manifestaciones de la cultura contemporánea.

--¿Y qué planteamientos tiene para lograrlo?

--En principio se va a sacar a licitación la librería; también aquí se va a instalar la Biblioteca Cultural y la Oficina de la Cultura, además de la sede de la Filmcommission, que también tendrá una antena en Huesca. A la terraza se le va a incorporar una cristalera de dos metros de alto y se le va a cambiar el suelo para que pueda albergar una programación no solo en verano, que sea un sitio donde puedan bailar a Berna o a LaMov. La idea es hacer del Pablo Serrano un centro vivo, que acoja y difunda todas las manifestaciones de arte, y no un museo anclado. Que sea el icono de la cultura en Aragón.

--El Gobierno central no acaba de poner en marcha la Ley de Mecenazgo. ¿Cómo está la Ley de Mecenazgo autonómica, de la que también todos han hablado?

--En el Consejo se va a plantear llevar adelante un proyecto de Pepe Melero de micromecenazgo para eventos propios de la DGA, que se ejecutaría desde la Oficina de Cultura del Serrano. Ante la carestía de dinero propio necesitamos la ayuda de todos y se trata de buscar apoyos en empresas locales que quieran participar en la cultura de su tierra.

-El Fleta es el paradigma del mal hacer cultural de los gobiernos de la DGA y sigue anclado en la desidia. ¿Hay algún proyecto con este teatro ?

--Hemos pedido una valoración de presupuestos para realizar una intervención. Hay que medir bien las fuerzas, pues no tenemos dinero para una gran obra ni dividida en cuatro años. La intención es una intervención conservadora, que de opción a instalar una gran cubierta y realizar una limpieza que permita incluso su uso de alguna forma. La intención es que en esta legislatura se pueda devolver algo de actividad cultural al Fleta.

--La pasada semana, el presidente Javier Lambán visitó Los Bañales, donde anunció un plan integral, que incluye además otros yacimientos. ¿Parece que la arqueología, también olvidada en los últimos cuatro años, vuelve a tenerse en cuenta?

--Es un proyecto en el que queremos incluir tres o cuatro yacimientos, al menos uno por provincia, no solo para ayudar en las excavaciones, sino para convertirlos en espacios de interés turístico-cultural. Hay que se capaces de generar que el ocio y la cultura arrastren industrias culturales y de otro tipo en las zonas donde sea posible. Hoy en día, el mayor valor que puede aportar la cultura es que una comarca se beneficie de ella. Visitar Los Bañales sería también visitar Uncastillo y otras localidades cercanas y realizar otras actividades que éstas ofrezcan.

--¿Y hay proyectos similares en otras zonas?

--Hay que potenciar las posibilidades de espacios como el Centro Buñuel de Calanda, el Museo Salvador Victoria en Rubielos, o crear un buen festival en el Matarraña, por ejemplo. Todo enfocado a la difusión de esos valores culturales y el desarrollo de las zonas en las que se encuentran.

--Usted viene del mundo de la literatura. Se recuperarán ciclos como Iniciación a la lectura.

--Queremos restaurar ese tejido perdido, volviendo a llevar a autores a los institutos y los colegios. Además me gustaría adelantar que premios como el Miguel Labordeta, el Premio de las Letras aragonesas y también el de las Artes volverán a tener dotación económica.

--¿Que otros proyectos más puede adelantarnos?

--Uno de los más destacados será la Filmcommission, porque está vinculada a otras consejerías. Además, habrá también una gran aportación al Centenario de Cervantes; con Nacho del Río se va a elaborar una Fonoteca de jota; queremos crear una Compañía Aragonesa de Danza en la que participarán conjuntamente Miguel Ángel Berna y y Víctor Jiménez de LaMov y en la película sobre la jota que va a realizar Carlos Saura el Gobierno de Aragón estará sí o sí.