--En La mano de Fátima traía a colación la expulsión de los moriscos, un hecho casi olvidado en la historia española. Ahora se ocupa de otra desconocida, la de los gitanos...

--Esta historia de los gitanos me la he encontrado. A mí lo que me gustaba era la esclavitud y la música de los negros. Los esclavos se transmitían todo a través de la música, hablaban con sus dioses cantando, mientras trabajaban les obligaban a cantar para que no pensasen, se quejaban cantando.... Me gustaba esto y la fusión de esa música con la gitana que da pie al flamenco. Y, a partir de ahí, lo de los gitanos viene como obligado. El tema de la gran redada gitana no es el objetivo de la novela como sí lo era en los moriscos. Aquí es un hecho histórico, relevante dentro de la novela, pero no es el objeto.

--¿Es un hecho que busca para narrar lo que quería narrar?

--Lo que quiero narrar en el Madrid el Teatro Español, de los entremeses, de los sainetes, las tonadilleras y eso es el siglo XVIII y en él sucede eso que es interesante desde el punto de vista de la novela.

--¿Qué paso en la gran redada?

--Los gitanos estaban perseguidos desde los Reyes Católicos. Estaban mal considerados, se les trataba de facinerosos por el hecho de ser gitanos, tenían prohibido utilizar su vestimenta colorida, el caló... Al final, el marqués de la Ensenada, con Fernando VI como rey, decidió exterminarlos. En un momento determinado decidieron detener a todos los gitanos de España. A los hombres y los niños mayores de 7 años los mandaron a los arsenales militares, para hacer trabajos forzados; y a los menores y a las mujeres, a las cárceles. En Zaragoza, precisamente, los llevaron a La Misericordia. Aquí hubo gitanas de toda España encarceladas de por vida y, con eso, lo que pretendían era la falta de contacto y procreación que haría que en un par de generaciones desaparecerían. Pero se equivocaron porque detuvieron solo a los que conocían, a los asimilados, a los que vivían en la ciudades y se olvidaron de los que en realidad les molestaban, los transhumantes, los que hacían los caminos... y la comunidad gitana siguió para adelante. Los gitanos ha sido una comunidad con un tesón y una fuerza de voluntad tremenda.

--Y esa es otra diferencia con los moriscos, ¿no? Porque ellos asumieron su expulsión y los gitanos, no.

--Los moriscos al final se rebelaron mucho pero durante toda su vida sí que asumieron ese papel de humillación. Los gitanos, no. Cuanto más les apretaban, más luchaban ellos. Era como si se riesen de cualquier norma que les pudieran poner por delante.

--¿Por eso el concepto de libertad es tan importante en la novela?

--Es la idea principal junto a la música. Una protagonista es una esclava que llega aquí liberta porque durante la travesía en barco de Cuba a España fallece su amo y es una mujer que llega sin saber ni hablar con el blanco porque los esclavos no podían hablar con ellos. No sabía nada, ni trabajar. Tiene una libertad formal pero no una efectiva. A lo largo de la novela iremos viendo cómo esa mujer aprende a trabajar, a disfrutar de su cuerpo, a buscar el placer, el amor... Por contra, su gran amiga (la otra protagonista de la novela) es una gitana dicharachera, alegre, joven, gran bailaora y cantante que va viendo cómo va perdiendo la libertad a medida de la gran redada. Va perdiendo esa libertad explosiva que tenía.

--¿Cómo ha sido su acercamiento a la historia de los gitanos?

--Es complicado. Los gitanos no tienen tradición escrita por lo que no tenemos explicación de cómo era su vida. Solo hay cuatro o cinco libros que tratan de esta época. A partir de ahí cuando coincides con dos tratados que dicen lo mismo, más o menos, te haces la idea.

--¿Es imprescindible el rigor en la novela histórica?

--Para mí es imprescindible. Hay gente que considera que no, que puede variarse todo en función de la ficción. Los hechos son uno y, sin embargo, las ficciones son infinitas. Mantengamos el rigor en cuanto a los hechos y ficcionemos de otra manera.

--En La reina descalza sigue apostando por las pequeñas historias para contar la Historia, ¿es el camino para conectar con el público?

--Creo que es lo que atrae a los lectores. Hablar de Napoleón puede ser interesante pero en mis novelas es donde se va desarrollando ese costumbrismo, donde la gente ve cómo vivían, cómo comían, cómo vestían, cómo hacían todo... Creo que eso es lo verdaderamente atractivo como telón de fondo. Lo atractivo de esta novela es la relación entre las dos mujeres y entre la madre y el abuelo pero, principalmente entre ellas dos, sus pasiones, amoríos, venganzas y desventuras.

--Ha vendido millones de ejemplares de sus libro, pero la crítica no acaba de bendecir su éxito, ¿qué le parece?

--No pretendo que me comparen con nadie, juego en la división de novela de entretenimiento, no quiero acceder a esa 2fantástica y fabulosa división de novela de calidad literaria. Que ni se preocupen de criticarme, y si lo hacen, que critiquen partiendo de la base de cuál es el objetivo de mi novela. Además, muchos de esos críticos han escrito una novela y la ves en la misma estantería que la tuya. Si competimos en el mercado no pueden estar criticando las novelas de los demás, o no deberían. Permíteme dudar de su objetividad.