INTERPRETE Boris Giltburg (piano)

OBRAS: Beethoven, Musorgsky y otros

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Miércoles, 28 de abril

ASISTENCIA: Media entrada

La temporada de la Sociedad Filarmónica nos acercaba ayer al joven (tan sólo veinte años) Boris Giltburg con un atractivo programa de repertorio pianístico pletórico de virtuosismo y de más que sobrada calidad musical.

La primera parte del recital reposaba sobre dos obras señeras y culminaba en una especie de propina dentro del programa: el estudio de concierto La ligereza de Liszt. Lo de antes es lo que tenía peso: la Chacona de Bach-Busoni y la Waldstein de Beethoven. Giltburg hizo muy bien en priorizar el punto de vista de Busoni en la Chacona : el original de Bach, para violín solo, fue reescrito con el piano romántico en mente, virtuosístico y brillante, contrastado en los grandes niveles. El joven pianista ruso presentó la página con vigor y nervio, los mismos que trasladó a su lectura de la Sonata 21 de Beethoven, una de las más afirmativas de su autor y, sin duda, de las más espectaculares. A pesar de que faltara un cierta calidad de color en los momentos más recogidos, Giltburg desgranó con bravura las trepidantes escalas y arpegios, alcanzando la necesaria potencia sonora en los clímax de la obra.

La segunda parte era piano ruso, en el sentido más serio y técnicamente más exigente del término, permitiendo al intérprete presumir de sus innegables habilidades. Primero venían tres de los Estudios cuadros de Rachmaninov, en versiones arrolladoras, especialmente en los múltiples desarrollos del Dies irae que contiene el segundo de los mismos. Después, los siempre atractivos Cuadros de una exposición de Musorgski, esa colección de imágenes contrastantes y plagadas de dificultades, entre las cuales la mayor es la de mantener el ímpetu durante casi cuarenta minutos, cuando el final exige un despliegue de potencia sonora e ímpetu que no está al alcance de todos. Giltburg no se complicó la vida y se le agradece: sus Cuadros eran directos y asertivos; y cuando hacía falta, atronadores.