La industria del cine se asemeja cada vez más a una línea de producción de automóviles. Los ejecutivos de Hollywood, cronómetro en mano, piden más estrenos al año y exigen acelerar el ritmo de explotación de las películas. Desde el estreno hasta el formato doméstico, ya sólo transcurren entre tres y cuatro meses, cuando en el 2002 ese plazo era de seis meses. Al notar la presión de la piratería, las distribuidoras quieren dinero rápido y seguro.

Si pasa mucho tiempo desde el estreno cinematográfico, los títulos se pasan de moda y el capricho por la compra se desvanece. En la jerga del sector, se trata de acortar ventanas . Los distribuidores han comprimido el tiempo que transcurre desde el estreno hasta la difusión por la más humilde televisión local. Cada céntimo cuenta, y cuanto antes se ingrese en caja, mejor.

Otra política con la que la industria combate las copias ilegales es el recorte de precios de las películas. Los CD de música valen unos 18 euros. Un título en DVD de gran presupuesto oscila entre los 20 y los 30 euros.

Esto es sólo el principio. Luis Javier Martínez, vicepresidente de Buena Vista Home Entertainment (Disney), asegura que aún se pueden recortar más los periodos en que se comercializan las películas. Ese itinerario comprende el cine, la versión doméstica, las películas bajo demanda (taquilla de Digital Plus), la tele de pago (Canal Plus) y la generalista. Y desde hace un tiempo, hasta los quioscos se han apuntado al negocio.