Hay héroes anónimos que tienen una vida de película. En el caso del doctor Pablo Uriel, la suya es de libro -escribió sus memorias, que tituló No se fusila en domingo- y también de cómic, como queda demostrado en la exposición Dr. Uriel. Viñetas de la guerra civil, que se inauguró ayer en el Centro Joaquín Roncal como anticipo de las actividades organizadas hasta diciembre por el mes del cómic.

Elena Uriel y Sento Llobell, hija y yerno del médico, fueron los encargados de trasladar a las viñetas las aventuras de Pablo Uriel y dieron como fruto tres publicaciones, Un médico novato, Atrapado en Belchite y Vencedor o vencido, que es lo que puede verse en la muestra. La historia de un jóven médico al que denuncian y meten en prisión en Zaragoza; cómo es liberado y va al Frente de Aragón, donde le hacen prisionero republicano; y su estancia en una cárcel cerca de Valencia, su posterior liberación y la vuelta a casa (Zaragoza).

«Estoy de promoción de padre y de marido», dijo Elena Uriel con humor. Mientras que Sento destacó la belleza del montaje, y se acordó de «Pablo, mi suegro, de cómo estaría, nervioso y tímido como él era. No creería que su libro formara todo esto».

En la primera sala, se muestra quién era Pablo Uriel, «su empeño por contar» y sus primeras escrituras, señaló Elena Uriel. En la vitrina central se puede ver, manuscritos, «libros que le íbamos haciendo» y que nunca pensaban que verían la luz, las notas de Pablo Uriel (matrícula de honor en Fisiología especial), la ficha antropométrica para la cátedra de Medicina Legal o un aparato para producir neumotorax de forma artificial.

Una de las paredes demuestra «la cantidad de horas que hicimos», señaló Sento o humor; ya que ahí están todas las páginas de las tres novelas gráficas, nacidas de las manos de Sento y coloreadas por Elena Uriel.

En la segunda sala está cómo se cuenta la historia «con palabras y dibujos», así como dibujos preparatorios. La muestra, señaló Sento es eminentemente didáctica «para dibujantes y también para niños, porque ven cómo se dibuja y cómo se lleva a cabo una novela gráfica», explicó.

Y es que, reconoció, «requiere cierta obsesión» porque cuando tienes que crear y dibujar «más de 400 páginas no hay domingos». De hecho, reconoció que su mujer no le dejó salir de casa durante el proceso.

Esa misma obsesión la tuvo Pablo Uriel porque lo que él vivió, la guerra, nunca vuelva a repetirse.