Javier Reverte ha optado en esta ocasión por viajar cerca. Si hace ya bastantes años nos regaló la excelente trilogía africana, iniciada con el gran éxito de El sueño de África, y sus interesantes navegaciones por los ríos Nilo, Amazonas y Yukón, en esta ocasión opta por suavizar las dosis de aventura y se dedica a viajar sin sobresaltos por una Irlanda que le enamora. Así como en Corazón de Ulises Reverte nos hacía partícipes de su amor por Grecia, en Canta Irlanda nos pasea por la isla esmeralda, con frecuentes paradas en los pubs y siguiendo el hilo de canciones y poemas que ilustran el alma del país de Joyce y de Yeats.

Reverte empieza el libro sumergiéndose en el Bloomsday, un festival que celebra cada 16 de junio la relación de Joyce con Dublín. De la mano del autor de Ulises nos pasea por la ciudad, repasa la relación amor-odio del escritor con su tierra y nos muestra, de paso, la vitalidad de Dublín y de sus alrededores.

CANCIONES POPULARES Las canciones populares irlandesas, entre ellas las famosas The Wild Colonial Boy y Molly Malone, guían a Reverte en un viaje que busca penetrar en la historia y el alma de Irlanda, mientras pasea por la isla y se enamora de las remotas islas de Aran.

El hombre tranquilo, del gran John Ford, emerge como película predilecta a la hora de interpretar esta isla con muchas iglesias, muchos escritores y todavía más músicos. Reverte se pasea por los escenarios de la película, por el mítico Innisfree, y se sumerge también en la convulsa historia de Irlanda, marcada por la gran hambruna y por una masiva emigración a América. Fiel a las canciones populares que a menudo suenan en los pubs, Reverte nos cuenta la trabajada independencia del Reino Unido, lograda en 1922, con unos héroes y mártires que aún hoy perviven en el corazón de los irlandeses. También encuentra ocasión para sumergirse en el maravilloso país del gran poeta Yeats, y de vivir durante un tiempo en el apacible pueblo de Westport.

Reverte completa el libro con una interesante incursión en Irlanda del Norte, una tierra que visitó como corresponsal en momentos duros, en 1972, y que encuentra muy cambiada. Es, en cualquier caso, una visión más de esta Irlanda que canta inmersa en un verde espectacular.