En mitad de la vorágine tras conquistar el Goya a la mejor película, dirección y guion adaptado por 'La librería', la directora catalana conversa con EL PERIÓDICO sobre la gala, el humor, el feminismo y la cultura.

Hubiera sido la bomba que todas las mujeres del cine español se presentaran en pijama. ¿Por qué su idea fue acogida con tanto recelo en el gremio? No sé. Hay muchos intereses creados también en este tipo de eventos, los diseñadores de moda, las joyas… Además entiendo que es un día para estar guapo y lucir. Pero al mismo tiempo me parece que hay dictaduras de las que deberíamos empezar a pasar un poco para no estar tan pendientes del vestidito o el taconcito.

Ha prometido ir en pijama a la gala del 2018. Sí, sí. Hice una apuesta con una amiga.

Y sin maquillaje. Vamos a ver. Tampoco me maquillo mucho, unas pinceladas y ya está. Me aburre ponerme maquillaje.

Ganando el premio Forqué de los productores a la mejor película hay muchas posibilidades de conquistar el Goya. La estadísticas así lo confirman. ¿De verdad no se esperaba los 'cabezones'? El de guion adaptado un poco, pero con el corazón te digo que para nada los de mejor película y dirección. Viendo cómo avanzaba la noche cada vez lo tenía más claro. Pero pasó. Fue como ganar un partido de fútbol en el último minuto. Muy emocionante.

¿Cómo lo está celebrando? Creo que está de ruta cultural con Emily Mortimer y Bill Nighy por Madrid. Hemos hecho muchas cosas culturales, sí, incluido un 'tour' nocturno por el Museo del Prado. También hemos comido muy bien.

¿Entendieron algo de la gala los británicos Mortimer y Nighy? Nada. Y eso que yo les iba explicando cosas, pero el humor de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla es muy difícil de traducir.

Y a usted, ¿qué le pareció la ceremonia? Todo se ve de manera diferente estando en primera fila, como yo. Estás a otras cosas. El humor de Reyes y Sevilla a mí sí que me gusta, pero entiendo que haya gente a la que los Goya no le hayan hecho gracia. Es una ceremonia muy larga porque todos los que salimos queremos agradecer muchas cosas. Barajé la idea de callarme y no decir nada porque tenía claro que a esas alturas de gala la gente ya quería irse a sus casas. Pero, a ver, me dio el Goya un señor como Carlos Saura, que ha hecho películas maravillosas y que me han marcado. ¿Y yo iba a estar callada? De todas maneras, los Oscar también son interminables.

Podrían no emitir 'Informe Semanal' ese día para empezar antes. Ya, pero bueno, eso son cosas de programación. De todas maneras, hay una cosa que alguna gente parece haber olvidado. La gala de los Goya, a lo largo de sus 32 años de historia, sí que la han dirigido mujeres. Yo misma, por ejemplo. Fue el año que premiamos a Ricardo Franco. El año de José Luis Borau con las manos en blanco denunciando a ETA. El sábado se escuchó mucho que solo hay presentadores varones, pero parece que a la gente se le ha olvidado que Eva Hache lo hizo estupendamente y que la mejor persona que ha presentado los premios fue Rosa Maria Sardà. Se nos olvida que las mujeres hacemos cosas.

En el atril de los vencedores reivindicó a la gente que lee y va al cine. ¿Qué nos aporta la cultura? Es lo mismo que preguntar qué nos aporta la vida. Son ventanas, caminos, puertas gracias a las cuales conoces a los demás y a ti mismo. Puertas por las que entras en la Historia y sabes de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos.

¿Por qué ese derroche de amor hacia su madre en los agradecimientos? Le he dedicado tantos premios a mi padre que se lo debía. Era el momento. Si no lo llego a hacer... menuda es mi madre.