La sorpresa que muchos se llevaron al anunciarse que Marvel iba a adaptar al cine Guardianes de la galaxia, uno de sus cómics menos conocidos, solo se vio superada por la confusión que inicialmente causó la elección de James Gunn como responsable de ponerse tras la cámara. Curtido en el cine underground, Gunn era considerado un director de culto --gracias a dos bizarras películas de género, Slither: La plaga (2006) y Super (2010), y a la webserie PG Porn--, pero no tenía experiencia previa trabajando para el gran público. En todo caso, ha resultado ser el hombre idóneo para poner imágenes a las aventuras de cinco forajidos intergalácticos que se unen para evitar la destrucción del universo.

--Guardianes de la galaxia es la primera película que usted dirige para un gran estudio. ¿Estuvo evitando a Hollywood hasta ahora, o fueron ellos los que le evitaban a usted?

--Supongo que ambas cosas. Hace diez años tuve mucho éxito como guionista gracias a Scooby Doo (2002) y Amanecer de los muertos (2004) y me llovieron ofertas de Hollywood. Pero ninguna de ellas prosperó. Créame, yo siempre he querido dirigir blockbusters. Rodar películas pequeñas me satisfacía, pero me limitaba.

--Entonces, ¿qué pasó?

--Que esas ofertas de las que hablo esencialmente exigían que me pusiera al servicio de otros, que no tuviera ideas propias. Yo trabajo a mi manera, y no soporto que me chuleen. Llegaron a contratarme para dirigir una película llamada Pets con Ben Stiller, pero recién iniciado el proyecto me despedí. Las condiciones eran odiosas. Para serle sincero, hace dos años yo estaba dispuesto a dejar el cine. Ganaba mucho dinero con los videojuegos, que además me permitían una gran libertad creativa. Un día llamé a mi agente y le dije que adiós. Al día siguiente me llamó él para decirme que los jefes de Marvel querían verme. Y hasta hoy.

--Los héroes de Guardianes de la galaxia son seres marginales e inadaptados. ¿Podría decirse que son un reflejo de su propia condición de outsider en Hollywood?

--Supongo que sí. Me gustan los perdedores y los descastados porque yo me siento uno de ellos. Y lo mismo puede decirse de los actores. Chris Pratt era un gordinflón hace dos años. Dave Bautista era un campeón de lucha libre al que nadie tomaba en serio. Zoe Saldana ha peleado durante toda su carrera contra quienes la estigmatizan por ser una mujer y negra. Es una película personal para nosotros.

--Trabajar a una escala tan grande, ¿le complicó la vida o se la facilitó?

--¿Bromea? Todo fue mil veces más fácil. No olvide que para hacer mis películas previas no tuve dinero. El gasto en papel higiénico durante el rodaje de Guardianes de la galaxia es mayor que todo el presupuesto de Super.

--Algún inconveniente habrá tenido.

--Lo más difícil es el tiempo que se tarda. Como digo, Marvel me contrató en septiembre de 2012, pero yo ya llevaba meses trabajando en el proyecto. Desde entonces hasta ahora no he hecho más que trabajar en la película. Nada más. Es cierto que hice lo mismo cuando dirigí Super, pero esa película la rodamos en 24 días. Tener que permanecer absolutamente centrado durante dos años, atento a todos los departamentos implicados en la película, te deja exhausto. Además, lo gracioso es que, pese a la magnitud de este filme, durante la producción yo pensaba en formas de ahorrar dinero. Supongo que se trata de deformación profesional.

--De hecho, usted empezó como guionista en Troma, productora de películas de serie Z. ¿Qué aprendió allí?

--Sobre todo, a estar preparado ante la posibilidad de que todo vaya mal. Y eso puede pasar tanto en películas de bajo presupuesto como en grandes producciones. De hecho, las cosas casi siempre van mal. Además, aprendí todo lo que se necesita saber sobre la creación de una película. Incluso me dedicaba a diseñar pósteres y repartirlos por las salas de cine. Troma me convirtió en un hombre orquesta.

--Guardianes de la galaxia no está entre los cómics más famosos de Marvel, más bien al contrario. ¿Eso es una ventaja o un inconveniente para la película?

--El caso es que cuando se estrenó Iron Man (2008) casi nadie conocía el personaje. El cómic tenía unos 20.000 lectores, nada más. Corrieron un riesgo enorme porque, ¿y si la película hubiera tenido solo 20.000 espectadores? Pero funcionó, de modo que repetir ahora la jugada no entraña tanto riesgo.